Amas y Haenyos
Desnudas sirenas anarquistas en los mares de Oriente
Gabi Romano
“Agua en que mil formas me encuentras
siempre más libre que la luz del sol.”
Carmen Boullosa
Capaces de sumergirse en apnea (sin
equipos especiales, o sea, a pulmón) hasta 20 metros de profundidad en busca de
esponjas de mar, algas, moluscos, langostas, pulpos, y fundamentalmente ostras
y perlas, estas sirenas del Pacífico bucean en aguas cuyas temperaturas rondan apenas los 15 grados durante jornadas completas. A estas mujeres,
resistentes y raras como las perlas mismas que persiguen, se las conoce en
Japón como “Ama” (“Umincho” en Okinawa, “Kaito” en la península de Izu), y en la
matriarcal provincia de Jeju en Corea del Sur como “Haenyo” (cuyo significado literal es “mujer
del mar”). Son las sirenas de oriente, las
más curiosas apneistas de la historia del buceo.
Una tradición de dos mil años
Las mujeres buceadoras son mencionadas
ya en la antigua literatura oriental (1) (en Gishi-Wajin-Den, en el Kojiki, y más tardíamente en Corea desde el
siglo XVII bajo el nombre de “Jam-Nyo”). Todo ello hace estimar que su existencia en
oriente se remota a unos dos mil años atrás, manteniéndose esta tradición
hasta nuestros días. Usualmente han realizado sus prácticas dentro de pequeños
grupos cooperativos, o individualmente asociándose como colaboradoras de pesca free-time en alguna embarcación.
El primer censo que las registró de
manera formal en el siglo pasado fue realizado en 1921 en Japón y dió un total
de 13000 Amas (en
1960 el número de las mismas habría descendido a 6000). En Corea, hacia 1950 se
contabilizaron sólo en la isla de Mara, 30000 Haenyos (los datos del año 2003 muestran
asimismo un marcado descenso, con apenas 5650 mujeres buceadoras). En la
actualidad existen unas 1000 mujeres dedicadas a esta actividad en Japón y otras
4500 en Corea, continuando la tendencia hacia una marcada disminución. Las
pocas Amas
existentes se encuentran en la zona de Ago -extremo sur del Parque Nacional de
Ise Shima en la provincia de Míe en Japón- y en Corea del Sur en la
antemencionada isla de Jeju. Esta legendaria práctica de flotar, nadar y
bucear durante horas en las fauces del mar pronto desaparecerá, pero antes de
que ello suceda trataremos de indagar un poco más de cerca sobre esta fascinante
historia de poderosas y trabajadoras sirenas de carne y hueso.
Descensos y ascensos a puro pulmón
Por lo general, realizan su trabajo sin
ninguna protección, frecuentemente con el torso al desnudo y vistiendo sólo una
muy pequeña tanga o un short. En japón, a partir de 1955 algunas de ellas comenzaron a
usar una especie de tela muy ajustada al cuerpo de color blanco (en la creencia
de que los colores claros ahuyentan a los tiburones). Sólo muy recientemente
algunas han empezado a incorporar trajes de neoprene, particularmente en Corea.
Las más jovencitas ocasionalmente usan unas especies de pequeñas aletas para
sus inmersiones, prefiriendo casi siempre valerse de sus propios brazos
entrenados desde la pubertad para esta tarea a la que se dedican de por vida.
Suelen llevar un pincho o especie de espátula que les facilita despegar los
moluscos de las rocas. Antiguamente utilizaban un pañuelo en su cabeza –en el
que escribían oraciones- el cual cumplia con la finalidad de mantener el
cabello sujeto.
Se considera que su mejor momento como
buceadoras-recolectoras es alrededor de los 50 años. Hay Amas y Haenyos que bucean durante sus embarazos hasta
bien entrado el tiempo gestacional. Otra curiosidad es que el oficio se ejerce
saludablemente hasta casi los 70 años, de hecho, el año pasado salió un corto
filmado en torno a la vida cotidiana de Chewar Park, una indómita Haenyo de 82 años de edad que sigue activa en
su diaria tarea de sumergirse en las aguas marinas (2).
La transmisión de madres a hijas
Estas verdaderas sirenas de mar adentro
comienzan su formación cerca de los 13 años de edad (3) –la transmisión se
realiza de madres a hijas- comenzando la práctica con tres horas diarias en las
que realizan inmersiones de 5 a 7 metros de profundidad durante no más de 15
minutos cada vez. El nombre de esta primera etapa es “cachido”.
La siguiente etapa (llamada “funado”) se inicia recién a los 30 años,
momento en que ya están en condiciones de descender hasta los veinte metros de
profundidad. Las Ama-funado se internan en el mar en embarcaciones, generalmente acompañadas por
otras Amas y por un hombre a cargo del manejo del bote. Antes de saltar al mar
se hiperventilan para llenar sus pulmones de aire y se zambullen nadando
verticalmente, manteniendo las piernas entrelazadas a fin de poner la menor
resistencia durante el ingreso al agua.
Durante el descenso utilizan bolsas con
piedras que pesan entre 8-12 kilos, artificio que colabora en facilitarles la rápida
bajada al fondo marino. En la cintura enlazan una cuerda que es lo que las
conecta con la embarcación que las espera en la superficie. Cuando logran llenar
la bolsa de recolección de moluscos, le dan dos tirones a la cuerda como señal
para que la bolsa pueda ser izada. Ellas suben sin ninguna ayuda, excepto la de
su propio esfuerzo. Se calcula que a lo largo de una hora de inmersión, estas
mujeres-buzo pasan aproximadamente unos 30 min. en el fondo, otros 15 min.
empleados en las subidas a la superficie y las bajadas, y otros 15 min. más
descansando al lado de las embarcaciones. En una mañana de actividad pueden
llegar a realizar unos cincuenta descensos, y otras cincuenta bajadas más por
la tarde.
Resistencia, habilidad y adaptabilidad subacuática
Las Amas han sido consideradas como un muy
llamativo ejemplo de resistencia física.
Por esta misma razón, han llamado la
atención de la ciencia y particularmente de la fisiología (4), siendo estudiadas con particular
interés dado el desarrollo inusual de sus habilidades de poder resistir grandes
presiones oceánicas, soportar el frio de las aguas en que realizan sus
prácticas y, especialmente, por su notable adaptación para tolerar el dióxido de
carbono en sus organismos durante tanto tiempo.
Sin embargo, pese a estas
extraordinarias habilidades y resistencias corporales que les llevan a no
sufrir las molestias propias del llamado “síndrome de descompresión”, muchas de
ellas tienden a padecer durante la madurez de problemas relacionados a la
pérdida audición, rotura de tímpanos y/o zumbidos.
Las sirenas anarquistas
Estas mujeres, legendarias amazonas del mar, demuestran que
el cuerpo humano es una preciosa maquinaria capaz de afrontar desafíos
impensables.
Nos recuerdan asimismo que la voluntad,
el esfuerzo, el entrenamiento y la –hoy tan vilipendiada- “cultura del trabajo”
permiten poder llevar adelante una dura tarea diaria en base a la cual ganarse
honradamente la vida.
Las Amas y Haenyos no esperaron a que existan programas
estatales de “acción positiva”. Tampoco enfrentaron los rigores de la
existencia reclamando a que les lloviera un subsidio por desempleo, o un plus
salarial por “trabajo en condiciones adversas”. No han tenido jamás una “asignación universal” de
ninguna índole. No. Tampoco gozaron de licencias por maternidad ni nada que se
le parezca (de hecho, la mayoría de ellas vuelven al mar al poco tiempo de dar a
luz, llevando al bebé consigo a su trabajo, lo cual hacen dejando al recién
nacido al cuidado de otras mujeres submarinistas que se rotan arriba de las
embarcaciones a la espera de su turno para bajar a las profundidades).
Ellas se han mantenido a sí mismas, a
sus familias y han criado a sus hijos sin ayuda de ningún programa paternalista.
Han sido autónomas e independientes en el plexo de una cultura extremadamente
adversa en lo que hace a las posibilidades de romper estereotipos femeninos
sumisos y obedientes. Y han vivido así, dignas, con la frente bien en alto,
fuertes como las rocas hacia las que se aventuran en busca de esos pequeños
tesoros marinos en base a los cuales crean su economía.
Las Amas y Haenyos han sido lo más cercano al mundo
sirenaico que ha existido por fuera de las fábulas mitológicas. Han sido y son
reales, sí, mujeres reales que supieron tomar el propio destino en sus manos, duramente,
incansablemente. Y no hay perla más valiosa que aquella que se construye como
resultado de una vida verdadera, laboriosa, en constante desafío por superarse
a uno mismo, hasta que el reloj de la finitud marque su minuto final.
___________________
1- En 1954, en su novela “The Sound
of the Waves” (El
sonido de las Olas) Yukio Mishima incluye entre sus protagonistas a Shinji
Kubo, un modesto aprendiz de pescador hijo de una mujer Ama. El joven se enamorará de una jovencita
llamada Hatsue, quien llega desde otra isla entrenada también para
transformarse en Ama. Un hombre entre dos Amas…? Pues para quien quiera develar
el misterio, deberá adentrarse en las páginas de Mishima, lo cual siempre es un
gran placer desde el punto de vista literario.
2- En la actualidad, las Haenyo coreanas sí utilizan traje de neoprene,
aletas, escafandra, y/o googles aunque continuan sin ayuda de ningún tipo de
tanque de oxígeno ni nada similar. Esto las diferencia de sus pares japonesas
que conservan más la tradición totalmente despojada. Sobre vida de Chewar Park
en la isla de Jeju filmada por el director Kevin Sawicki –“Haenyo: Women of
the Sea”- el trailer
oficial puede verse en http://vimeo.com/79749308.
También existe un documental de National Geografic en http://www.youtube.com/watch?v=J7Kn4nYdZbQ
3- En la tradición coreana las niñas
comienzan su entrenamiento bajo el agua un poco más tempranamente, a la edad de
11 años.
4- Frances M. Ashcroft en su libro “Life
at the Extremes: the science of survival” ha estudiado algunos de los factores por los cuales
fisicamente las mujeres resultan más adaptables para este tipo de submarinismo
en apnea. También constituye un aporte objetivo valioso desde la mirada
científica el trabajo de H. Rahn y
T. Yokoyama “Physiology of Breath-Hold Diving and the Ama of Japan”.