domingo, 9 de marzo de 2008

Mujeres como paganas diosas volcánicas V



Semillas de fuego



Desordenarse.

Ser de fuego.

Abandonarse a la pura irrupción, salpicar magma.

Hacerse mujer, construirse mujer, volverse Mujer.

Dueñas de sí, bravías diosas Chanticos, enseñorearse de sí.

Ser de sí y para sí, por sobre todas las cosas.

Y también ser capaz de “ser para otro” siempre volviendo a la morada de sí misma.

Salir y entrar del “para sí” y del “para otro” construyendo una oscilante compathía.

Cuidar nuestra corteza de fuego.

Seguir por todos los medios “siendo de sí”, interminablemente, intermitentemente.

Hacerse de hielo y fuego.

Volverse cráter y nieve.

Fundirse perdiendo los límites.

Y atreverse a ejercitar el don de las distancias implacables.

Amar todo lo que sea alado y se pose cerca de nuestras manos descubriéndonos impúdicamente nuestro propio rostro sin edad.

Custodiar ferozmente en el alma las semillas del fuego.

Guardarse, guardándose en ellas hasta que sea tiempo propicio de sembrar.

Y por fin, sembrar fuegos como semillas, sembrar únicamente en la ladera más alta, de cara a la fuerza del viento.

Y volver a desordenarse en la propia tierra.

Y hacerse una con el fuego.

Ser fuego.




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Photo from: “Mar de fuego”, en http://www.flickr.com/photos/esteve1/708395848/

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