The Blue
Sin música la vida sería un error.
Nietzsche
Ceaselessly
star-crossed you and me
save our souls
we'll be forever blue.
David Gilmour
"The Blue"
Nietzsche
Ceaselessly
star-crossed you and me
save our souls
we'll be forever blue.
David Gilmour
"The Blue"
David Gilmour.
A los 20 años me parecia el hombre más bello existente sobre el planeta Tierra.
En aquellos días en que mi vida respiraba libertad a borbotones, amaba a Pink Floyd. Con mi mejor amiga Gra veíamos la pelicula "The Wall" tiradas en el piso de su casa de Brandsen experimentando nuevos estados de conciencia. Pese a mi inglés inexistente por aquel entonces, me sabía malamente desde la memoria emocional letras grandiosas de esos genios británicos. Soñabamos con irnos de mochileras a MachuPichu a oir tocar a la banda. Yo moría por hacer ese viaje que nunca sucedio en lo real, pero en mi frondosa fantasia pensaba en David Gilmour haciendo vibrar las ruinas peruanas -y seguramente, mi entrepierna- complaciéndome sólo con suponer que algo asi pudiera concebirse dentro de mi existencia. Por supuesto, mis novios más fatalmente inolvidables de aquellos días siempre lucían -casualmente...- un aire a Gilmour. Ese pelo, esos ojos, esa mirada afilada, esa boca, esa sonrisa, ese desaliño malignamente seductor, esas manos hechas de cuerdas, esa sonrisa (sí, de nuevo la sonrisa, puesto que hay sonrisas de hombre que poseen el mérito de hacer temblar nuestra femeninísima sonrisa vertical), esas remeras puestas cuidadosamente al descuido. Obviamente la "Gestalt a lo Gilmour" me cautivaba irremediablemente.
Luego...
la arena del reloj cayó, casi sin que nos diéramos mucha cuenta...
La vida fue pasando. Y vaya si lo hizo... pero el talento musical de este precioso compositor aún me acompaña en mis ratos de apaciguamiento espiritual.
Hoy, encanecido por completo y con tanto tiempo más encima de su cuerpo me sigue pareciendo el hombre mas "amable" que mi imaginación pueda albergar. Sigo creyendo que es bellamente divino, así, como una deidad de la guitarra. Podría amar a David Gilmour en todas las edades de su vida. Sin dudas.
"The Blue".
Una hermosura musical que canta a la ausencia, al amor condenado, a esa deriva en que caemos llamada tristeza.
Lo mejor de entre lo mejor de ese genio musical.
Quién puede dejar de escuchar esta maravilla...
A los 20 años me parecia el hombre más bello existente sobre el planeta Tierra.
En aquellos días en que mi vida respiraba libertad a borbotones, amaba a Pink Floyd. Con mi mejor amiga Gra veíamos la pelicula "The Wall" tiradas en el piso de su casa de Brandsen experimentando nuevos estados de conciencia. Pese a mi inglés inexistente por aquel entonces, me sabía malamente desde la memoria emocional letras grandiosas de esos genios británicos. Soñabamos con irnos de mochileras a MachuPichu a oir tocar a la banda. Yo moría por hacer ese viaje que nunca sucedio en lo real, pero en mi frondosa fantasia pensaba en David Gilmour haciendo vibrar las ruinas peruanas -y seguramente, mi entrepierna- complaciéndome sólo con suponer que algo asi pudiera concebirse dentro de mi existencia. Por supuesto, mis novios más fatalmente inolvidables de aquellos días siempre lucían -casualmente...- un aire a Gilmour. Ese pelo, esos ojos, esa mirada afilada, esa boca, esa sonrisa, ese desaliño malignamente seductor, esas manos hechas de cuerdas, esa sonrisa (sí, de nuevo la sonrisa, puesto que hay sonrisas de hombre que poseen el mérito de hacer temblar nuestra femeninísima sonrisa vertical), esas remeras puestas cuidadosamente al descuido. Obviamente la "Gestalt a lo Gilmour" me cautivaba irremediablemente.
Luego...
la arena del reloj cayó, casi sin que nos diéramos mucha cuenta...
La vida fue pasando. Y vaya si lo hizo... pero el talento musical de este precioso compositor aún me acompaña en mis ratos de apaciguamiento espiritual.
Hoy, encanecido por completo y con tanto tiempo más encima de su cuerpo me sigue pareciendo el hombre mas "amable" que mi imaginación pueda albergar. Sigo creyendo que es bellamente divino, así, como una deidad de la guitarra. Podría amar a David Gilmour en todas las edades de su vida. Sin dudas.
"The Blue".
Una hermosura musical que canta a la ausencia, al amor condenado, a esa deriva en que caemos llamada tristeza.
Lo mejor de entre lo mejor de ese genio musical.
Quién puede dejar de escuchar esta maravilla...
(Agrego una traduccion libre, libérrima, pues la letra es realmente un poema muy sutil que juega con metáforas marinas, un cierto "color" anímico, y varias expresiones casi imposibles de describir en otra lengua. Igual, acá les dejo lo que surgió de la mayor calidad posible de traducción intentando conservar más el sentido de poema-canción que la literalidad de la palabras mismas, aunque tratando de no perder esto último).
The Blue
Shameless sea
aimlessly so blue
midnight-moon shines for you
Still, marooned
silence drifting through
nowhere to choose
just blue...
Ceaselessly
star-crossed you and me
save our souls
we'll be forever blue
Waves roll
lift us in blue
drift us
seep right through
and colour us blue
Wait for me
shameless you, the sea
soon, the Blue
so soon...
aimlessly so blue
midnight-moon shines for you
Still, marooned
silence drifting through
nowhere to choose
just blue...
Ceaselessly
star-crossed you and me
save our souls
we'll be forever blue
Waves roll
lift us in blue
drift us
seep right through
and colour us blue
Wait for me
shameless you, the sea
soon, the Blue
so soon...
La tristeza
Mar sin verguenza
tan triste y a la deriva
la luna de medianoche brilla para ti.
Aún abandonado
el silencio nos arroja a la deriva
ahora, aqui para elegir
tan solo triste…
Incesantemente
“star-crossed” (*) tú y yo
salva nuestras almas
estaremos tristes para siempre.
Las olas se mecen
nos levantan hacia la tristeza
nos empapan
nos atraviesan
y nos colorean de tristeza.
Esperame
sin verguenza, tú, el mar
pronto, la tristeza
tan pronto.
(*) “star-crossed” es una expresión tomada de la literatura, particularmente ha sido utilizada por Shakespeare para referirse a ciertas parejas "fatalizadas" de amantes (“star-crossed lovers”) quienes se hallan de alguna manera unidos por las sogas invisibles del destino, por lo que ha sido "escrito" por las estrellas. Originalmente es una voz tomada de la astrología, campo de sentidos irracional pero con alto alcance en la imaginería simbólica a la hora de intentar fijar precarias significaciones para los distintos eventos que acontecen en el curso de la vida. Siendo así, antaño y astrológicamente se creía con gran firmeza que determinada posición en el cielo de las estrellas signaba el modo y forma en que los acontecimientos se presentarían en la existencia de la gente. En este caso, y para la expresión "star-crossed" cabe el sentido de "destino de amor", pero un destino empapado en una fuerte connotación negativa puesto que se trata de una especie de lazo amoroso malignamente condenado al infortunio desde el momento mismo en que los amantes se cruzan uno con el otro. Se trata del amor condenado a la imposibilidad, e incluso a la muerte misma. Desde "Romeo y Julieta" una frase sugiere esta dirección adversa predeterminada: "From forth the fatal loins of these two foes, / a pair of star-cross'd lovers, take their life." Como se puede apreciar, en esta bella y trágica expresión se aúnan la inevitabilidad, la fatalidad, la falta de suerte, el mal hado en el decurso de un gran amor, y un apasionamiento irrenunciable que no es manejable racionalmente para los involucrados. Los star-cross'd lovers se encuentran superados, desbordados desde el inicio del lazo por esa fortísima unión ajena a toda lógica, unión trágica que incluso lleva a uno y/o luego a ambos a distintos planos de autodestrucción. Otro ejemplo en la literatura de star-crossed lovers es la que formaban el rústico Heathcliff y la no menos indomable Catherine Earnshaw en "Cumbres Borrascosas" de Emily Brontë. O el mismisimo drama musical wagneriano "Tristán e Isolda", pintura operística que plasma como pocas el desgarro de la liebestod (muerte de amor). En otras culturas y lenguas, Layla y Majnun representan los star-crossed lovers del mundo árabe; en Oriente así también lo plantea la leyenda china de los "Amantes Mariposa" Liang Shanbo y Zhu Yingtai, romance mágico y fatal que se desenvuelve durante la dinastía Jin; o el relato azteca-nahualt en el Valle de México que narra el desafortunado destino del amor entre la princesa Iztaccíhuatl y el guerrero Popocatépetl.
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