jueves, 24 de junio de 2010

Jorge Muzam - El cotorreo de la especie


 Jorge Muzam
  "El cotorreo de la especie"




"El amor es física y química." 

Severo Ochoa de Albornoz
(1905-1993)
Científico español, premio nobel de Medicina





Este texto que leerán a continuación y cuya autoría pertenece al  historiador y escritor Jorge Muzam me ha parecido realmente fantástico. Exquisitamente escrito en la frontera difusa que se neblinea entre nuestra condición biológico-animal y nuestro devenir constante como seres "cocinados" por los sentidos culturales, las razones sociales, las significaciones existenciales. No es fácil lograr en un texto breve esta adecuación recíproca entre una mirada que (sin desconocer la potencia del amor y el encanto irrefrenable de la entrega a los juegos de la seducción) conjugue asimismo el complejo mundo  de los mandatos de la especie cuya fuerza silenciosa determina nuestras necesidades. Jorge Muzam esculpe su texto entre "lo crudo y lo cocido" (siguiendo aquella vieja partición que propusiera Lévi-Strauss) entre el instinto y la pulsión (tomando los parámetros freudianos) entre la carne  instintual de la especie y la corporalidad erotizada por las marcas de lo humano... demasiado humano (al decir del gran Nietzsche).

Le agradezco al autor el haberme permitido difundir este texto tan acabadamente logrado desde lo que para mí configura el territorio filo-literario. Para quienes gusten de buena escritura, pensamientos  provocativos finamente hilvanados y reflexiones inteligentes del amigo chileno Jorge Muzam, recomiendo la lectura de su blog "Cuadernos de la Ira" en http://jorgemuzam.blogspot.com/ hecho con el coraje de plantear  ideas singulares en combinación con una excelente pluma y buen gusto literario...







 Jorge Muzam
  "El cotorreo de la especie"


"Una mujer ha quedado encandilada con un hombre. Lo ha olfateado, lo ha sopesado, ha observado la envergadura de sus hombros, la fortaleza de sus piernas, la seducción de su voz, de sus palabras, la tersura de su piel, el carácter de su mentón, la paz de su mirada. Acto seguido, le ha quitado todos los cerrojos a su cuevita. Quizás la mujer no lo sabe pero intuye que ese hombre debiera ser el padre ideal que fecundará el resto de sus óvulos, la sangre apropiada para perpetuar una nueva sangre fortalecida, la gran verga que esparcirá salud y oxígeno para la especie.
Ambos sacudirán sus plumas y danzarán al ritmo de una buena canción, unirán sus picos y cotorrearán su excitación avivando al espermio más enérgico a ganar la maratón.
Es la vida la que hace su juego, no el amor. El amor es un aderezo, una palabra, un susurro, una promesa de que los cachorros serán cuidados y alimentados hasta que crezcan y se puedan valer por sí mismos. Luego el amor seguirá siendo mencionado para espantar los fantasmas, para ahuyentar el pánico al silencio. El amor será un capuchón semántico que guarecerá la soledad de los que ya no tienen nada más que hacer. La vida se ha relevado y nuevas avenidas atraviesan por encima de los senderos de la memoria. Los huesos se contraen y es hora de partir."



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Feliz cumpleaños Nro. 99 a Don Ernesto Sábato





"Vivir consiste en construir futuros recuerdos"



Ernesto Sábato
Escritor, pensador, ensayista y artista argentino
 24 de junio de 1911


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miércoles, 23 de junio de 2010

"Ama-gi" - Sin libertad... nada vive



"Ama-gi"
Sin libertad... nada vive




"Vale más un minuto de pie que una vida de rodillas."
José Martí 



 

-Ama-gi


Hace ya unos años, mientras promovía algunos encuentros temáticos de filosofía en el “Café del Lector” (con una vista de lo más grata a los jardines de la Biblioteca Nacional) uno de los entonces  asistentes -el muy querido Juan Heredia- tuvo la maravillosa idea de traer a una de las charlas una pequeña fotocopia blanquinegra que representaba el símbolo más arcaico de la libertad. “Ama-gi”.

“Ama-gi” es la palabra más antigua hallada a la que se le atribuye el significado de “libertad” y/o “liberado”. Esta palabra sumeria escrita en caracteres cuneiformes alrededor del 2300 aC. fue hallada en la ciudad de Lagash, repujada sobre una pieza de arcilla.  

Justamente en aquella charla que hoy evoco nos convocaba como asunto a reflexionar "la libertad”. Era la segunda vez que abordábamos el mismo tema puesto que la primera vuelta no nos alcanzó con dos horas de intercambio de pensares y citas para darnos por satisfechos intelectualmente. Supongo que podría haber coordinado otras cien, miles de charlas más en torno a las cuestiones libertarias, y aún así no habríamos agotado el tema. Es que la libertad no es asunto posible de ser encerrado siquiera desde la pasional voluntad de pensar.

La resbalosa libertad... como un pájaro rebelde, siempre se nos va de las manos tanto como de las teorizaciones.

Recuerdo que con Juan mirábamos con imaginativo detenimiento las formas del símbolo  “Ama-gi” y, de hecho, veíamos la libertad que allí los ancestros sumerios habían  intentado bellamente  representar.  Yo creía poder percibir en el símbolo aquel una flecha encerrada que luego tomaba fuerza multiplicante en el aire. Tanto me impactó el símbolo en cuestión que un tiempo después terminé trabajándolo en una rugosa tela que hoy pende en una de las paredes de mi casa. Por lejos, "Ama-gi" es mi cuadro predilecto.





-Intermitencias libertarias


No he podido responder a un “qué” es la libertad. 
El “qué” mismo ya es improcedente para quien intente empantanarse las neuronas y sentires en este territorio. 

Así como la libertad se escabulle de cualquier burdo corral definicional, tampoco gusta de ser conjugada vulgarmente. 
No se “es” libre.
La libertad no es un "estado", no es permanencia, no sabe de fijismo alguno.
No se trata de una "estancia" sino más bien de una vulnerable intermitencia.
No hay existencia que soporte un constante “soy libre” (excepto, claro está, en las ficciones idealistas o en la imaginería  futurista de algún anarquista). Con  suerte “sentimos” que somos libres en ciertos momentos, o para tomar ciertas decisiones.
La libertad es una ráfaga… pero incluso esa ráfaga debe ser cada vez ganada, merecida,  peleada. No hay gratuidad en las diversas experiencias de la libertad.  En medio podríamos discutir acerca de los alcances y validez del "libre albedrío" (con el que, desde ya, no comulgo) o cómo intervienen  de manera imperceptible e irracional nuestro complejo cuerpo y sus  totalitarias necesidades, nuestro sistema nervioso, nuestras desaforadas hormonas, nuestra bioquímica cerebral. Ufff!!!!  Meterse a pensar la libertad es como introducirse de noche y con neblina en el laberinto de Creta,  con más de un hilo, varias Ariadnas hablándonos al unísono, y con una cabeza de Minotauro fractalizada esperando para desafiarnos en cada falsa salida de las muchas con que seguramente nos topemos.

La libertad, por otra parte, pendula entre la alegría (libertaria) y el dolor (que inevitablemente deviene durante el proceso de liberación). Porque liberarnos implica, en efecto, pasar por duros momentos de dolor, de llanto incluso, de sufrimiento. Liberarse duele,  la carne  queda marcada con  las huellas de la batallas emprendidas, la memoria carga con la penuria de los enfrentamientos perdidos y nos  quedamos lamiéndonos más de una malditísima herida.  El proceso de liberarnos es similar al del que debe atravesar quien convalece: se está un paso más allá de la “enfermedad de las cadenas” pero nunca se termina de estar totalmente inmunizado contra  aquello que nos dictaba el libreto de nuestra esclavitud.




-Barbaries esclavizantes y "Ejercitos de moralidad"


Como tema del pensamiento, confieso, no he podido nunca (ni podré) terminar de cercar  el asunto de la libertad. Incluso cada día se me vuelve un poco más rizomático el tratar de pensar en ella.  Con respecto a la libertad siempre me nacen nuevas dudas, nuevos ductos de sentidos imprevistos, nuevos escabullimientos, nuevas escondidas, nuevas maravillas que me perplejan, y nuevos despellejamientos  en los que tiemblo al ver su rotunda ausencia.  Ayer, sin ir más lejos, leía sobre los  "Ejércitos de moralidad" en Somalía, amparados y estimulados por el estado religioso islámico.  Los  "Ejércitos de moralidad", como una suerte de patrulla inquisitorial en versión islámica, salen a diario por la calles  de aquel pobrísimo país a cazar a aquellos hombres que no cumplan con el deber de... llevar  la barba  mahometana...!!! so pena de latigazos, amputaciones, lapidación, y pena de muerte. Cuando veo tamaña demencia religiosa en las sociedades radicalizadas que gobierna  el islamismo, la lucha por las libertades en occidente casi me parecen una vanalidad cultural.  Puede una sociedad humana en el siglo XXI castigar físicamente  con tanta ferocidad en nombre de la moral, de un profeta, de un libro sagrado? Pues me resulta estremecedor que  esto suceda  y que en nombre de las "tolerancias" deba considerar que no es correcto entrometerse en culturas en las que el clítoris de una mujer deba ser infibulado.  Al diablo con la tolerancia! Esto es lisa y llana  crueldad.  Lisa y llana ignorancia. Lisa y llana pulsión de muerte con el soporte de una institución religiosa. Y como diría el poeta... sin libertad... nada vive!!! 

Efectivamente los asuntos de la libertad aún me afectan. Me alteran. Me sacuden. Me urgen a intervenir. Y será por ello que mantengo esta tensión reflexiva sobre este asunto, pues respecto de la libertad hay aún mucho nudo que desatar y mucho hijueputa que juzgar... 

Mientras me quede lucidez y fuerza patearé cuanto trasero haya que patear para  denunciar  las múltiples formas que asume la esclavitud, la coerción sobre los cuerpos, los indignos modos de avasallar la libertad de ser. Siendo así, y habiendo tanto por hacer, espero morir sin hallar la clausura meditativa  a la problemática de la libertad. 






-Un continuo e infatigable devenir libre... propio y del otro!


La libertad es asunto propio de lo interminable.
Eterno work-in-progress.
El devenir infinito es su sustancia, su medio, su vasto territorio en el que domina soberanamente…


Para el que retorna de alguna esclavitud, o simplemente para quien recupera la plenitud de su ser-en-libertad, poco hay más gozoso que sentir el aleteo de la propia potencia.  Sí, porque no concibo la palabra libertad sin asociar con ella la alegría súbita de sentirse potente.  Libertad y esplendor de las propias potencialidades me resultan un par indisociable. Y en esta indiscernibilidad también debería encuadrarse otro duro trabajo para el ser: vivir y amar a otro ser cuando éste practica su propio ejercicio de la libertad. Durísima tarea de aceptación intersubjetiva! Porque se puede, a duras penas -valga la expresión- soportar en teoría que el ser amado (la pareja, los hijos, los padres) ejerzan la libertad, amplien sus dominios libertarios, exploren su condición de seres-para-la-libertad. Pero no se trata justamente de "soportar". El que soporta está cargando un peso,  la libertad del otro se le hace pesadez existencial, emocional, sentimental. El que soporta está padeciendo la libertad del otro. No la ha entendido. No ha logrado "abrazar" la libre intermitencia del otro, ergo, no puede disfrutar de la potencia que ese ser libera  ni de los productos gratificantes que el otro coseche desde el cultivo de su libertad.  Se precisa ser (muy) generosamente des-resentido para hallar serenidad y gozo cuando el ser que se ama dispone de ese estado de maximización deseante que es sentirse libre...


Cuando se trata del cuidado de la libertad en uno mismo las cosas no son tampoco sencillas. En el plano del propio trabajo sobre sí mismo la libertad requiere ser cultivada y  también ser considerada como un logro perdidizo inestable e intermitente. Y esa conquista y cuidado  es únicamente sobrellevable por espíritus fuertes. No importa cuánto se halla perdido de  la propia libertad de sí dentro de alguna sombría jaula circunstancial,  no importa la jaula misma, no importa cuánto se haya puesto en peligro de la saludable autonomía, no importa cuán marcados hayan quedado los tobillos arrastrando grilletes invisibles. No importa la postración inmunda y enfermiza que se haya atravesado. De toda circunstancia esclavizante puede retornarse en la medida en que uno sea capaz de re-disponer  corajudamente de todas sus fuerzas vitales, ponerse de pie y enfrentar la dureza de ese proceso de recuperación de sí que es la liberación.  E incluso hay tiempos históricos en los puede que la propia vida se nos vaya (o resolvamos entregarla) en esa dignísima empresa.


La brisa libertaria sopla desde adentro hacia afuera,  desde el alma hacia el mundo y sus seres...  y siguiendo los juegos circulares va y viene reconfigurando al ser, su conectividad con el mundo y a ese  mundo mismo. Pero hay que ser digno de recibir ese soplo giratorio de vida. Conquistada nuestra merecida libertad luego de insomnes desvelos en los que la tristeza paracía querer deglutirlo todo, llega el tiempo de la lluvia. La libertad es un torrente que nos invita a recordar el don de fluir, rememorar los dones de la siembra, saborear la productividad deseante como una recuperada capacidad de dación para sí y desde sí…




-Libertad poetizada


Me gusta Martí cuando ruge, canta, sangra, canta estetizando la condición libertaria.
Recupero de la fertilidad legada por sus letras este precioso fragmento al cual –libremente- le he dado la forma de poema conservando tal cual cada palabra, aunque haciéndolas respirar un formato y un tempo de verso-a-verso. Libertad poetizada. 



Como el hueso al cuerpo humano,
y el eje a una rueda,
y el ala a un pájaro,
y el aire al ala,
así es la libertad la esencia de la vida.
Cuanto sin ella se hace es imperfecto,
mientras en mayor grado se la goce, con más flor y más fruto se la vive.



José Martí
1853-1895
Político y escritor cubano
(fragmento aparecido en "La America", New York, septiembre de 1883)



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jueves, 10 de junio de 2010

El mundial de los filósofos ("The Philosophers' Football Match" con subtítulos en español)

 
The Philosophers' Football Match




"Tenemos que interpretar el mal humor como un signo de inferioridad."
 
Alfred Adler




Este es un sketch surreal y lleno de trazos irónico-absurdos que conecta el fútbol y la filosofía.


Se trata de un fragmento del Monty Python Live at the Hollywood Bowl en el que se representa un "trascendente" partido de fútbol entre clásicos filósofos griegos y sus pares alemanes (aunque incluyen a Ludwig Wittgenstein, quien en rigor, era austríaco).


El árbitro, nada menos que Confucio. Y dos "santos" secundándolo como jueces de línea: Agustín y Tomás.


El legendario video es una pieza corta que pertenece al Python's Flying Circus, exhibido en la década del '70 y creado por un grupo de cómicos británicos (los memorables Pythons).


Hace un tiempo me lo envió un querido ex-alumno devenido amigo a quien le agradezco  infinitamente, pues como dice la sabiduría popular japonesa, el tiempo que pasa uno riendo es tiempo que pasa con los dioses.


Morí de risa con la tarjeta disciplinaria que le sacan a Nietzsche (una amarilla por protestarle-acusar a Confucio de no tener "libre albedrío"), el "calentamiento" de Marx, el gol de Sócrates, los reclamos alemanes... todas joyitas de un partido imperdible.

Enjoy it!






miércoles, 9 de junio de 2010

"Black" Pearl Jam (letra en inglés y español)

 


"Black"
(unambiguously, black...)


  


"Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, 
salvo hasta dónde podemos hundirnos."

Emil Michel Cioran



Días en que el balance da negro.
Días que pasan, afortunadamente. Pero mientras ese lento "pasar" discurre por entre preguntas que llueven en balacera hacia en centro del alma, hay que habitar por un rato cierto sabor a oscuridad. 
Días, horas, tiempo de repaso sin voluntad de orden, como una morticia e inercial entrega a los detalles de una sentidísima rememoración. Da igual revolverse entre las sábanas,  alir a caminar hacia ningún lado, escupirle el trasero a un escarabajo, o tirarse en el sofá a imbecilizar la percepción con esa nada catódica que variamos desde el control remoto.

Hagamos lo que hagamos durante ese tiempo, el estado da black. 
Fantasmas que no saben cesar. Representaciones anudadas a lo que se ha perdido, lo extraviado, lo ido.
Inexorabilidad.

Me gusta como canta su negror Eddie Vedder. 






"Black"
  Pearl Jam



Sheets of empty canvas, untouched sheets of clay
were laid spread out before me, as her body once did
All five horizons revolved around her soul
as the earth to the sun
Now the air I tasted and breathed has taken a turn
Ooh, and all I taught her was everything
Ooh, I know she gave me all that she wore
And now my bitter hands chafe beneath the clouds
Of what was everything?
Oh, the pictures have all been washed in black, tattooed everything...

I take a walk outside
I'm surrounded by some kids at play
I can feel their laughter, so why do I sear
Oh, and twisted thoughts that spin round my head
I'm spinning, oh, I'm spinning
How quick the sun can, drop away
And now my bitter hands cradle broken glass
Of what was everything?
All the pictures have all been washed in black, tattooed everything...
All the love gone bad turned my world to black
Tattooed all I see, all that I am, all I'll ever be...yeah...

I know someday you'll have a beautiful life,
I know you'll be a star
in somebody else's sky, but why
Why,
why
why can't it be, why can't it be mine.

We belong
belong together
together
we
we belong
we belong together...





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Letra traducida
"Black"
(Negro)

Sábanas de telas vacías, intactas láminas de arcilla
fueron dejadas frente a mí, como su cuerpo lo hizo una vez
Todos los cinco horizontes giraban alrededor de su alma
como la tierra alrededor del sol
Ahora el aire que saboreé y respiré ha cambiado
Oh, y todo lo que le enseñé a ella fue
todo
Oh, sé que me dio todo lo que llevaba puesto
Y ahora mis ásperas manos se ensombrecen bajo las nubes
¿Qué fue de todo?
Oh, las imágenes todas se han ennegrecido, tatuaron todas las cosas...

Salgo a dar un paseo
Estoy rodeado de chicos jugando
puedo sentir sus risas, entonces
¿por qué me marchito?
Oh, y los pensamientos retorcidos que dan vueltas en mi cabeza
Estoy girando, oh, estoy girando
Cuan rápido puede el sol esconderse
Y ahora mis amargas manos mecen vidrios rotos
¿Qué fue de todo?
Oh, las fotos todas se han ennegrecido, tatuándolo todo...
Todo el amor que se echó a perder ha ennegrecido mi mundo
Tatuó todo lo que veo, todo lo que soy, todo lo que seré...

Sé que algún día tendrás una hermosa vida,
Sé que serás
una estrella en el cielo de algún otro,
pero por qué
por qué
por qué
no puede ser en el mío?


Nos pertenecemos
nos pertenecemos el uno al otro
juntos
nosotros

nosotros nos pertenecemos
nos pertenecemos el uno al otro...





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domingo, 6 de junio de 2010

Physical Attraction… Chemical Reaction



Physical Attraction… Chemical Reaction




“The skin you're in makes choices for you.”
Tom Morello
“Maximum Firepower”


"Mientras exista el deseo no estamos a salvo."
Tony Hoagland





Es el cuerpo nuestro más auténtico “lugar de veridicción”?

Y qué es un cuerpo?  Qué puede un cuerpo? Es acaso “libre”nuestro cuerpo?

El cuerpo es poder, o más bien, poderes.
Primera enfática afirmación: un cuerpo puede. Puede, a tal punto que incluso no sabríamos  cuantificar la potencia de un cuerpo singular, si seguimos a Spinoza.

Y como el poder no es una sustancia sino una potencia reticularmente distribuida y sin una centralidad determinada, los puntos desde los que un cuerpo expresará su potencia serán innúmeros. Cartografía que parte de ningún lado pero puede llegar dondequiera. Capilaridad microfísica del poder corporal…


Me detengo ahora en el poder del deseo.
Aimanter. Poder magnético de imantar y ser imantado.
Somos atractores y somos atraídos.
Somos cuerpo, somos electricidad y perpetua marejadaquímica.




Tempo I
: ser y estar “atraído”


Sucede. Acontece, así,  sin prolegómenos y casi sin justificaciones. Algo deviene y ese algo trae consigo el aroma difuso que preanuncia que estamos ante las messis de Afrodita.
Un ser es atraído por otro ser. Asunto simple… y con destellos brumosos.
Las percepciones de activan vigorosamente, el espíritu podría decirse que “se enciende”. Alerta de los sentidos. Afinación de la entera sensorialidad.
Dos corrientes de estímulos diversos que provienen de dos seres diferentes –ahora intersectados por la inocencia del puro devenir- se entrecruzan pasionalmente buscando mezclarse sin una precisa meta inicial común. 

La atracción es un choque jovial de fuerzas simbólicas y bio-físicas en donde se exalta la potencia y se afirma la vida.

Flujos de neuroquímicos invaden y desinvaden nuestro torrente sanguíneo. Cuando nos sentimos atraídos por alguien, poco suele haber para explicar, excepto que continuemos alimentando el malacostumbrado hábito de pretender “comprender” los misterios que nos imantan a determimadas personas súbitamente desde la ilusión de la conciencia.

En principio podría decirse que respondemos a estímulos de lo que nos resulta “bello” (esa “promesa de felicidad” tal como llama Stendhal a la belleza) y a partir de allí el combustible químico se encarga sin nuestro mayor consentimiento de hacer el resto. Puede que un intenso proceso bioquímico se desencadene , o no.

Digámoslo con total honestidad: en asuntos del deseo y la atracción el Yo se encarga de una minúscula porción inicial del asunto. Su rol es anzuelar (y dejarse anzuelar) a quien nos atrae a través de los jugueteos narcisistas. Pero en el resto del proceso de la pasión, los controles yoicos junto con nuestro sensato “principio de realidad” pierden cada vez más terreno si la voluntad de intersección avanza. Si esto último sucede, estamos entonces casi totalmente en manos de la reacción química.





Tempo II: ser y estar “químicamente  poseso”


La química cerebral del deseo se estructura en torno a estímulos, señales, gatillaje glandular, hormonas desatadas y alteración de todos los sistemas vitales. “Fall in love” es casi casi un estado de dichosa enfermedad. Consideremos nomás como ejemplo que el rash del enamoramiento conduce a tal alteración  que quedan implicadas en ella sistemas vitales de  un organismo: el hipotálamo envía corrientes eléctricas a las glándulas, las suprarrenales aumentan la producción de adrenalina y noradrenalina, nos sube el ritmo cardíaco poniéndonos algo taquicárdicos, sube la presión arterial, liberamos  grasas y azúcares, y exigimos una más activa producción de glóbulos rojos. Enamorarse es desequilibrarse. Altas dosis de hormonas y neurotransmisores se lanzan a dejarnos en estado exaltado, alertas, insomnes, despiertos, ensoñados.

Estar en esta etapa es verdaderamente experimentar un high on life...

Intervienen la feniletilamina inundándonos la corteza cerebral (una sustancia que está presente en el chocolate, al que se suele acudir como antídoto cuando el hechizo se rompe y nuestra cabeza busca desesperadamente formas compensatorias de retornar a ese estado perdido de placer, vía artificial para soportar un poco mejor la “abstinencia” de amor), secretamos oxitocina –o “molécula del amor” que nos ofrece sus servicios relajantes para predisponernos orgásmica-mente y a la vez colaborar de manera muy activa en la contracción muscular genital. En esta orquesta silentemente bulliciosa de hormonas que cortejan a Eros tenemos a su vez a la feliz dopamina (Helen Fisher llama a esta hormona, con gran acierto, “el elixir del amor”), luego niveles bien generosos de liberación de testosterona (sustancia que aumenta en las mujeres durante la ovulación, y que actúa en ambos géneros como la hormona capaz de estimular el deseo sexual), la norepinefrina (que ayuda, a su vez, a mantener alto el nivel de testosterona), y las maravillosas feromonas, esas hormonas atractoras que llevan por el aire su mensaje de provocación invitante a la lujuria copulatoria. Definitivamente “ser cuerpo” es saberse habitado por determinaciones químicas  majestuosas, inmensas, abrumadoras en cierto sentido…

El problema (o no…) es que esta desmesurada y arrebatante química del deseo es inconstante.  Contrariamente a los que defienden la existencia de supuestos prolijos “planes de la naturaleza”, en asuntos de deseo el animal humano estamos ante la carencia de un tal “plan” organizador. La tranquilidad de que las cosas estarán en orden y aquietadas en un sólo objeto de pasión corre por cuenta  más de nuestra creencia idealista que de lo real. La naturaleza no posee un esquema fijado ordenadamente  en lo que hace a la pasión humana. Se podría decir (y con gran cuidado respecto de los malos entendidos que esto pueda traer)  que si hubiera algo parecido a un plan este sólo consistiría en mandatarnos genéticamente para  reproducirnos y para sobrevivir, lo cual no es en absoluto falso, pero ambos objetivos no están “fijados” a objetos constantes ni la natura nos dictará de manera perpetua con quienes llevar adelante  ambas  necesidades de la especie. De hecho podemos resolver no reproducirnos, y hasta decidir volitivamente no sobrevivivir, lo cual demuestra a tal punto el apartamiento  que podemos tener respecto de este  supuesto “dictum” natural.

Así entonces, la volubilidad de las reacciones químicas es bastante alta.
En el mundo natural hay menos orden y constancia que la que quería imaginar en aquél el viejo y  mesurado Aristóteles. 

Las oleadas de neuroquímicos nos anegan el cerebro como una suerte de violentos manipuladores invisibles que reticularmente  se infiltran en todas nuestras emociones. Que nuestro Yo sea considerado el “centro” de nuestra orquesta psico-física da poco menos que risa en medio de esta maraña hormonal inconstante a que estamos sometidos… 




Tempo III: ser-estar “múltiplemente apasionado”

Hay una afirmación fuerte que realiza Helen Fisher a través de sus estudios y comprobaciones científicas: tres circuitos bioquímicos –completamente independientes- forman los respectivos sistemas emocionales . Estamos hablando del deseo sexual, el amor romántico, y el apego afectivo.

Qué quiere decir exactamente que estos circuitos y sus sistemas de emociones son, en efecto, totalmente “independientes”?
Pues que podemos sentir una inmoderada pasión y deseo sexual por alguien con quien jamás estableceríamos  un lazo de amor (dicho en breve, tener sexo sin amor). Del mismo modo podemos sentirnos fuertemente ligados desde el amor romántico por alguien con quien no necesariamente se nos “encenderá ” ni remotamente la quemante llama de Eros. Asimismo, puede suceder también que desarrollemos un apego afectivo por una persona (apego imprescindible, por ejemplo, para sostener entre dos seres el tiempo que insuma la crianza de un bebé) sin que ese apego se vea acompañado de un deseo físico sexual irrefrenable ni mucho menos.

Las combinaciones pueden excluir cualquiera de los circuitos y mantener “activos” –por así decirlo- uno o dos de los restantes. Por ejemplo: puede sentirse deseo sexual y un gran amor por alguien con quien, sin embargo, no experimentamos el suficiente apego afectivo como para tolerar el stress a que conlleva la crianza de un pequeño. O bien, sentir un intenso afecto apegante y amor por alguien,  pero confusamente combinado con un irrefrenable deseo sexual por otra (u otras…) personas a la vez.  La  infidelĭtas tiene ahora y desde este planteo un aire ciertamente estructural que parece rodear a la criatura humana…


Desde el punto de vista lógico y filosófico, estos tres circuitos  (sexo, amor, apego afectivo) parecerían responder bastante acabadamente con aquello que Foucault sostiene al remarcar  que:


“Pour libérer la difference, il nous faut une pensée sans contradiction, sans dialectique, sans négation: une pensée affirmative dont l’instrument est la disjonction; une pensée du multiple”.

(“Para liberar la diferencia nos hace falta un pensamiento sin contradicción, sin dialéctica, sin negación: un pensar afirmativo cuyo instrumento sea la disyunción; un pensar de lo múltiple".) 


Esta independencia química del sexo, el amor y el apego afectivo, entra en perfecta correspondencia con las herramientas de pensamiento disyuntivo. El pensamiento disyuntivo permite comprender que no hay contradicción ni negación entre estas experiencias relacionales,  sino inclusión de las diferencias emocionales a las que remite cada una de esas experiencias.

Este enfoque, a medio camino entre la neurobiología y la filosofía logra establecer una mirada honesta sobre el amor y la sexualidad además de fundar una base interdisciplinaria para abordar con vocación veraz los asuntos del amar más allá de la moral y de los tentáculos ponzoñosos de la culpa y sus represivos mandatos.


Desde la plena afirmación de las diferencias propias de cada circuito emocional podemos pensar en un modo múltiple de amar. Pero con ello hay que aceptar el reto de vivir más auténticamente  y no envenenar  a nadie (primeramente, no envenenarse a sí mismo, no enfermar…) con la letalidad de los embustes, las correrías de sostener una doble moral, edificar relaciones basadas en la mentira y proteger el status quo con el uso escenográfico de los discursetes omnirománticos que pretender universalizar los modos del amor bajo la falsa tiranía unificante del vulgar idealismo.   
 
Conclusión demoledora para los que gustan del burdo idealismo romántico. Pero también conclusión inquietante para los que emprendan el proyecto de respirar con valor el peligroso aire de la libertad. Y no se trata de desmentir la existencia del amor o de la ternura. De hecho las tesis de Fisher demuestran que el amor romántico posee un rol fundamental en términos evolutivos para nuestra especie, al igual que la ternura que deviene del apego a largo plazo. El punto a destacar aquí es que el deseo puede –o no- corresponderse con el amor y/o con el anhelo de exclusión-exclusividad que suele reclamarse en los pactos de pareja. Más aún, puede que nos suceda experimentar los tres circuitos simultáneamente…. con persona diferentes!

Evidentemente la biología del cerebro terminará de desbancar a los discursos moralistas del amor y el erotismo, desenmascarando la falsedad de las asociaciones universalistas con que el idealismo revistió a las representaciones sobre el amor y el deseo. Ya había hecho lo suyo el psicoanálisis, poniendo sobre la mesa de discusión en torno a las relaciones de amor el lugar preponderante que tiene la caótica del inconciente, las pulsiones, las fantasías, los personajes edípicos de cada novela familiar, los sueños. Hoy, la neurobiología aporta a la comprensión de ese “caos” que son nuestras emociones erótico-amorosas , el elemento desorganizador (pero definitivamente explicativo) de la química cerebral.


Ahora bien, un último coraje interrogativo me apremia antes de dar por cerrada esta exploración de la tension entre atracción y reacción:

Elegimos, estrictamente hablando, a quién amar?
Somos realmente seres “libres” al momento de dar un paso en dirección sexual con alguien que nos atrae? 
O deberíamos agregar a la lista de sujeciones (psicológicas, neuróticas, sociales, morales) el escaso margen de intervención racional que tenemos para impedir que se desate una olaeada hormonal ante el perfect match que producen ciertas feronomonas ante las que simplemente parecemos nada más que “reaccionar en consecuencia”?
Qué margen de intervención volitiva real tenemos al explicar nuestras decisiones de pareja,  para sostener arrogantes afirmaciones yoicas como “yo lo/la elegí” o “yo sé lo que hago/hice”?
Qué lugar cabe a la tensión  “responsabilidad-irresponsabilidad” dentro de este marco?
Terminará siendo el enfoque neurobiológico  y sus conclusiones la última patada en el trasero al postulado del "libre albedrío"?
Acaso no parecemos ser más naúfragos dentro de nuestro propio y desconocido océano de neuroquímicos que capitanes de eso difuso que configuran las supuestas “libres decisiones” que decimos tomar?


Me quedan aún en el tintero de mis pensares un baile generoso de sentidos por macerar. Creo que deberé dar todavía unas cuantas brazadas en esto de echarme mar adentro a nadar entre los asuntos del amar múltiple.

Dear and beloved friends, to be continued…


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jueves, 3 de junio de 2010

David Gilmour - "Marooned" (abandonado) y un lamento de Ariadna

David Gilmour - "Marooned"
(-abandonado-)
y un lamento de Ariadna






"Digámoslo de una vez:
no se trata de evitar el dolor, porque el dolor es inevitable;
se trata de elegir las consecuencias."

Maurice Maeterlinck
(Escritor francés, 1862-1949)




Recuerdo entre estos sonidos a Ariadna. Cómo no he de hacerlo...!
Ariadna, sola. Y más que sola, desolada
Ariadna bajo un manto de lágrimas, escondida, minúscula. Una piedrita de sal.
Está agotada, extenuada, perdida. Cae dormida.
Una Ariadna empequeñecida por la tristeza, tras el desgarro que representa en su joven vida la incomprensible huída del héroe Teseo. Ariadna no se explica, no logra armar signos con lo poco que le ha quedado que no es mucho más que la sustancia salina de su desesperación. 

Tampoco puede anticiparse a la bella contingencia que la espera en el destino futuro, cuando llegue danzando entre címbalos y flautas un divino Dionisos y le extienda su mano. No. No es tiempo todavía para la esperanza. No aún.  No podría mover sus labios para intentar pronunciar siquiera "esperanza", no podría aunque se lo propusiera, como si el sentido  apaciguante de imaginar algún futuro expectante hubiera partido también junto con las naves del muchacho ateniense. Por el momento sólo puede entregarse a la pena. 

Ahora es cuando la devora una grisura insondable, una llaga oceánica que la espanta y a la vez posee.  Abandonada en la isla de Naxos, preguntándose una y otra vez por imposibles respuestas, padece su pasión. Los navíos partieron, con su héroe  abordo, y sin ella. Eso es lo único que puede repetirse en su mente. El único hecho que le consta y por el que sufre. Dolor infinito ante lo irreversible... Ariadna no sólo ha perdido a su hombre sino algo peor:  siente que con Teseo se ha extraviado asimismo el don de la palabra. En efecto, no halla palabras. Tal vez no las hay ante ciertos abismos. Simplemente.

Y sin embargo, Ariadna se expresa. 
Los sonidos lamentados de su garganta la expresan, dicen por ella. Lenguaje del llanto sobre el que debe por un tiempo aprender a armar sus armonías y notas. Música llorada.

Si Ariadna hubiera tenido una Fender Stratocaster y la partitura de este magnánimo tema  de Pink Floyd compuesto por David Gilmour y Rick Wright, habría sacado de entre su desesperación la intención de tocar  para sí misma este sublime lamento...












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miércoles, 2 de junio de 2010

El viajero, su montaña y su sombra


El viajero, su montaña y su sombra




 (En memoria de mi primer inmenso amigo Sergio Makarczuk,
su montaña
y su sombra.)



“La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo,
el intento de un camino,
el esbozo de un sendero.”


Hermann Hesse





El viajero siempre lleva su sombra como equipaje.
Incluso contra su voluntad y hasta pretendiendo ignorarla, la sombra es. Está allí. Silenciosa. Terca.
Y todos tenemos algo de viajeros, dado que estar vivos es situarse en el flujo de una indeterminada travesía. Por esta misma razón, todos nos la tenemos que ver con nuestras sombras...

Sombras. Las hay más livianas, más pesadas, más conocidas y hasta existen las notablemente negadas.
Sí, hay quienes ignoran que aún solos, parten en sus viajes acompañados de sus zonas sombrías. Los más sabios aprenden a danzar con ella... Dionisos viajeros ebrios de horizonte...

La sombra es nuestro estado identitario clandestino. Opacidad de sí. Espectro en donde sabemos –pero no nos place- anidan nuestras máculas vitales.
Proyección adherida a nuestro andar de todo aquello que no es lumínico en nosotros mismos.
Somos haces de luz, y de oscuridad.

Nietzsche titula “El viajero y su sombra” a la segunda parte de ese maravilloso libro dedicado a los free spirits que es “Más allá del bien y del mal”. Nos recuerda, desde el inicio de aquel texto, que la belleza misma requiere igualmente de la luz y de la sombra para contornearse como tal.

Los humanos tenemos algo de “sombrafóbicos”. Evitamos nuestro mundo umbrío. Y si tomamos contacto con él suele ser a nuestro pesar, y hasta sin siquiera tomar conciencia de que lo hemos hecho.  No queremos saber de la sombra. Y no queremos el "saber de la sombra". Es que, como resalta Nietzsche, somos “discípulos de la luz”, seguidores obstinados de lo que nos permita ver,  o “creer” que vemos. Compramos luces, a cualquier precio, incluso a sabiendas de que son artificiales. Tememos a la nocturnidad tanto como a la ceguera, o a las paletas de tonos oscuros.


Este es un fragmento que, a mi parecer,  hilvana la conexión entre alma  viajera, la sombra y la construcción de sí mismo. Estamos en el aforismo 237 de “El viajero y su sombra” y se titula “El viajero por la montaña habla consigo mismo”. Dice así:

“Hay indicios ciertos en los que reconocerás  que has caminado mucho y que has subido más alto: el espacio es ahora más libre en torno a tí, y tu vista abarca un horizonte más vasto que el que veías antes; el aire es más puro, y también más dulce (pues no cometerás la locura de confundir la dulzura con el calor); tu paso se ha hecho más vivo y más firme,  el valor y la circunspección se han fundido. Por todas estas razones tu camino será tal vez más solitario y sin duda más peligroso que antes, pero no ciertamente en la medida que imaginan los que te han visto subir, a tí, el viajero, desde el valle brumoso
hasta las montañas.”



Qué pretende Nietzsche transmitir  desde esta altura textual?

En primer lugar pareciera querer decirnos que es necesario practicar una indipensable disposición a amistarse con la propia sombra, esa viajera que constantemente se mueve en y a través de nosotros. Amistarse es aquí plantear la necesidad de establecer un diálogo fecundo con lo sombrío que nos habita. Capacidad de estrecharse en una fusionada conversación con la propia piel, y luego con lo que no es ella aún siéndolo en su contorno oscuro. Se trata de un silencioso diálogo con la sombra de sí y sus epitelios. Y luego retornar, también como parte del viaje.  En cierto sentido esto de aprender a tramar un juego comunicacional con la propia oscuridad es, de alguna forma, amar la sombra que nos pertenece. Se trata de un acto de amor a sí mismo (no de ahogarse en la petulancia arrogante de la philautía, ni regodearse con las propias miserias y mezquindades)  sino de conciliarse en una aceptación superadora con lo-que-se-es. "Llegar a ser lo que se es" consiste en abrazar el juego de luces y espectros que nos vertebra la subjetividad. Mirada comprensiva ante el arcón de nuestros bienes, y males. Narrativa blanquinegra.

El viajero solitario se encuentra en posición privilegiada para establecer este diálogo consigo mismo  puesto que dispone de un tiempo para el trabajo intenso, ese que sólo deviene en la soledad y a través del cual han de reconocerse las formas y contenidos que ha adoptado cada zona sombría configurada  en su ser.

Tantos tipos de sombras hay que hasta sería posible demarcar  territorios en los que se aglutinan y condensan. Sombras las hay de muchos orígenes, todas con un modo muy rizomático de enlazamiento en nuestras penas, nuestras pasiones, nuestras afecciones, nuestros deseos, nuestros temores, nuestros derroteros.
Sombras.
Sombras son nuestras absurdas adoraciones, y nuestras últimas o primeras sacralidades. También forman sombras determinadas memorias (campo minado del pasado…) y por qué no también, ciertos olvidos que pesan en el silencio húmedo de lo que secretamente lloramos o acallamos. Sin pasar por alto que nuestras penumbras están formadas, incluso, por los sonambulismos existenciales que propician tristes decaimientos. 
Sombras más sombrías que otras. 
Sombras nuestros estúpidos e insignificantes desvelos con que intentamos mantener en pie los castillos de naipes de nuestras fachadas. … necia-mente!


Sombra es perderse, y sombra es re-hallarse.
Sombra es el descuido, y es sombra protegerse.
Sombra es la herida, y la sutura.
Sombra es la tristeza, y sombra es la mentira.
Sombra es salvarse, sombra es hundirse.
Sombra es deseo, y peligro.

Amar la propia sombra.
Amar lo que nos es extraño, al punto de ser tan inexcusable y terriblemente propio! 
Luego sí, tomarla delicadamente de la mano, y bailar el destino junto a ella.


La sombra.
Punto crucial si ha de considerarse el venerarse a sí mismo como parte de la construcción de sí. 


Luz y sombra, ambas allí,  intensamente sapientes una de la otra.
Saber de los venenos y sus antidotos.

El viajero,  esa hermosa metáfora de quien vive con toda potencia su propio devenir, se esculpe y cincela a sí mismo sobre cada puente que atraviesa, sobre cada ladera que lo desafía, sobre cada signo del camino que lo interroga y conmueve, sobre cada imagen que captura su desvalimiento estético y logra cristalizar en una fotografía.

Ser viajero  es encarnar  la propia sombra, ir a la deriva en busca del curso por el que serpentea la intensidad de existir.
“Expandirse jovialmente”. Ese y no otro ha de ser el lema primero y último del viajero.
En la mano, no hay casi mapas.
Apenas  despuntan un puñado de rutas.
Al final de la andanza, un eterno retorno. 
Con nuevos ojos más filosos, otros oídos más distinguidos, otra boca más sabia. 


Mi primer mejor amigo fue un viajero, un explorador, un errante solitario.
Leíamos a Hesse hasta la madrugada, robando horas largas de literatura vía teléfono. Desde él y a través de él aprendí el sentido vitalista y crucial que tiene siempre el viaje. Aprendí de montañas. Y de sombras, y de llamaradas de alegría compartida.
Mi primer amigo fue un viajero de montaña a quien aún hoy añoro y recuerdo.  Pero por sobre todas las cosas agradezco que él haya sido el primer joven nobilísimo que la generosidad de la vida  dispuso en el zigzag de mi sendero, en mi propio colorido viaje hacia el saber, el pensar, el sentir.
Y fue él, su inmensidad afectiva, su montaña y su sombra el lugar en que se sembraron mis más grandes derroches de sueños viajeros. Decir "viaje" ha sido siempre, gracias a él,  como correr deprisa  hacia el canasto mágico en el que guardo risas infinitas por-venir y cartas de travesías ya  escurridas de entre mis días, y mis años. Desde ese ser tan poderosamente nómade, precozmente aprendí también la dureza de la ausencia inexorable, el temple para enfrentar los tambaleos que impone el desapego.  Pero esa, esa he decidido que sea otra historia... o en todo caso, una de mis abrazables sombras.


Sombra entre sombras.

 
Cada tanto, en noches como esta, un eco evoca a aquel primer mago mochilero que habitó mi biografía.  Palabrasombra que ronda en la translucidez de mis propias letras...





Ve, amigo viajero!
Ve, y simplemente viaja!
Pierde tu brújula
desahoga de piedras los agujeros de tus bolsillos
junta nidos nuevos en tu viejo morral.
Ve
vuelve sin sed
descalzo
con la misma desnuda altivez de tu anhelada montaña.
Ve, querido viajero
eterno buscador solitario
no hagas demorar más la noble obra incabada de mantenerse nómade
siempre!
Ve, amigo
pero vuelve.
Vuelve siendo otro en el mismo,
otro más tú que el que se ha ido
otro más pleno de otredades.
Vuelve.
Vuelve más transparente
como hecho de agua
y deshielo.
Y más vacío,
vuelve, sí,
para que la vida se derrame en tus aladas palmas
gozosa
celebrando tu postergado regreso.
Vuelve, más noble todavía aún
que ese tú que cobijo
en el recuerdo perenne de su partida.






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