miércoles, 31 de diciembre de 2008

How can you mend...?



How can you mend...?




Misty memories of days gone by...



En mis epocas de relativa pero abundante despreocupacion juvenil -alla lejos...- recuerdo haber escuchado esta cancion de los Bee Gees. Me gustaba tanto! Ahora entiendo su mensaje bastante mejor que entonces. De joven el dolor es algo tan ajenizable con respecto al puro presente en el que primordialmente uno mueve su vida, que casi no se si cabe hablar de "dolor" propiamente dicho en la juventud. Hoy escucho esta cancion ("How can you mend a broken heart?" o "Como puedes arreglar un corazon roto?") mientras este año se va yendo (cuanto DESEO que se vaya de una vez!!!!) y que comience otro ciclo. A veces cerrar circulos es imperativo, mas alla de fechas simbolicas y calendarios de arbitrarios principios y fines. Quiero que el 2008 se vaya lejos, lejos, lejos. Remendarlo de algun modo con este fin simbolico. Y deseo que llegue kairologicamente aquello que ha de llegar con el nuevo despuntar de un enero en Buenos Aires. Buenos Aires ... cheer me up!


PD.: Esta es una version bastante actual -que sin embargo conserva la belleza de la vieja y original balada de mi pubertad- de los hermanos Gibb, es preciosa. Realmente me remonto a otro tiempoespacio. Y la estoy cantando en medio de la cena de fin de
año en la que espero perder la conciencia en algun momento (porque bailar no puedo, tengo un cuello tipo Filadelfia sosteniendo mi propio cuello, que fin de año, carajo!)







I can think of younger days

when living for my life
was everything a man
could want to do.
I could never see tomorrow,
but I was never told about the sorrow.

Puedo pensar en días lejanos
cuando vivir la vida

era todo lo que alguien
podía querer hacer.
Nunca pude ver el mañana,
pero nunca me contaron del dolor.

And how can you mend a broken heart?

How can you stop the rain from falling down?

How can you stop the sun from shining?

What makes the world go round?

How can you mend this broken man?

How can a loser ever win?
Please help me mend my broken heart and let me live again.

Y cómo puedes curar un corazón partido?
Cómo puedes evitar que la lluvia caiga?
Cómo puedes evitar que el sol brille?
Qué es lo que hace girar al mundo?
Cómo puedes curar a este hombre partido?

Cómo puede un perdedor ganar alguna vez?

Por favor ayúdame a curar mi corazón partido
y déjame vivir de nuevo.

I can still feel the breeze that rustles through the trees,
and misty memories of days gone by.
We could never see tomorrow,
no one said a word about the sorrow.

Aún puedo sentir la brisa que susurra a través de los árboles,
y los recuerdos empañados de días pasados.
Nunca pudimos ver el mañana,
nadie dijo una palabra sobre el dolor.

And how can you mend a broken heart?

How can you stop the rain from falling down?

How can you stop the sun from shining?

What makes the world go round?

How can you mend this broken man?

How can a loser ever win?

Please help me mend my broken heart
and let me live again.

Y cómo puedes curar un corazón partido?

Cómo puedes evitar que la lluvia caiga?

Cómo puedes evitar que el sol brille?

Qué es lo que hace girar al mundo?

Cómo puedes curar a este hombre partido?

Cómo puede un perdedor ganar alguna vez?

Por favor ayúdame a curar mi corazón partido
y déjame vivir de nuevo.



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viernes, 12 de diciembre de 2008

Amor que burla la muerte


Amor que burla la muerte




...Conservabas tu carne en cada hueso?


Lopez Velarte




...su cuerpo dejara, no su cuidado; seran ceniza, mas tendra sentido; polvo seran, mas polvo enamorado.

Quevedo





El amor posee una voluntad -terca voluntad- de eternizar y eternizarse. Pero hecho como lo esta de la materia del tiempo, el amor esta sometido al cambio, al paso de las horas, al envejecimiento, a las leyes de lo impermanente. Ovidio lo relata en sus "Metamorfosis". Y este es mi relato de la leyenda de Baucis y Filemon:


Bajo humanas forma iban Zeus y Hermes solicitando -sin exito alguno- quien alguien los anfitrione en su estadia por tierras Frigias. Una brevisima e insignificante cabaña se erguia por alli, en la region pantanosa de las lomas. Llamaron a la precaria puerta y fueron gentilmente recibidos. Hermes y Zeus retribuirian con una legendaria recompensa la calida hospitalidad que le brindaran alli la humilde y anciana pareja que habitaba el hogar: Baucis y su marido Filemón. La pareja de viejitos compartia sin amargura ni resentimiento sus escasas semillas, las apocadas nueces, toda escasa gota de miel y las ultimas cerezas.de estacion. Aun en su pobreza, ofrecieron a los dioses -sin saber que estos lo eran en realidad- su vino, los frutos de su tierra y sus sencillos alimentos. Observando que la cratera que contenia el vino no se vaciaba, sino que por el contrario, se volvia a llenar de la nada, los ancianos supusieron entonces que estaban en presencia de deidades. Ya delatados en su condicion de olimpicos, y como retribucion a esta generosidad desinteresada que les ofrecieran Baucis y Filemon aun en sus carencias, Zeus decidio salvar a ambos de la catastofe que habia decidido enviar al pueblo todo como castigo por su insensible comportamiento. La cabaña, en su desnuda insignificancia, quedo en pie en medio del descomunal anegamiento que la furia del dios desatara sobre el insolidario pueblo y sus gentes. Luego, la pareja de ancianos acompaño a los dioses a lo alto del monte sin volver la vista atrás, donde todo el agua ya lo cubria. Pero la humilde cabaña, para sorpresa de los ancianos, ya no era tal, pues se iba convirtiendo en un templo con techo de oro y piso de mármol ante sus preplejas miradas. Zeus les pregunto entonces que es lo que mas deseaban, pues serian recompensados por su correcto y generoso proceder. Sin dudarlo, Baucis y Filemon solicitan ser sacerdotes del templo y "salir" de esta vida que serenamente habian compartido juntos, "sin que ninguno tenga que enterrar al otro". Zeus cumple sus deseos. La pareja cuido asi del templo hasta que el inexorable tiempo de morir se avecino sobre sus ya desgastados cuerpos. Entonces Baucis vio como a su amado Filemón le iban saliendo ramas y hojas, cubriendose todo su ser de follaje. Y Filemón vio como el amado cuerpo de su Baucis se transformaba de igual manera, hasta vestirse sus enteras formas mortales de frondoso arbol. Antes de que la metamorfosis llegara a su total completud, antes de que sus ahora desaparecidos avejentados cuerpos se hicieran un remolino arboreo, pudieron pronunciar un tierno adios sin fin. Y dicen que fueron un solo y doble arbol . Con troncos entrelazados. Hamacando una verde belleza gemela. Baucis y Filemon. Abrazandose en sus amarradas copas, aun, aun danzan al viento...



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Filemon y Baucis



Filemon y Baucis



"Que yo no vea la pira de Baucis ni que ella me sepulte".

La metamorfosis - Libro VIII Ovidio




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PS: Amor es alli donde los elementos conspiran con lo increible.

Surrender



Surrender


(Did I say...?)





I could spend my life in this sweet surrender...

I don't want to miss a thing
Aerosmith ("Armageddon")


Rendirse.

Capitularse.
Desenmarcarse.
Aventurarse.
Devenirse.
Disponerse.
Reponerse.
Entregarse.
Restituirse.
Salinizarse.
Fluidificarse.
Darse.
Tenderse.
Volarse.
Otorgarse.
Irracionalizarse.
Deponerse.
Sanarse.

Rendirse.



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martes, 9 de diciembre de 2008

Entre lo efimero y lo eterno



Entre lo efimero y lo eterno




Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano.

De “Discurso por las flores”
(Fragmento)
Carlos Pellicer




Creo en la vida eterna en este mundo,
hay momentos
en que el tiempo se detiene de repente
para dar lugar a la eternidad.

Fiodor Dostoievski



Poco antes de partir de Tailandia un amigo me envio un mail. El mail reproducia un intercambio de palabras, sentires y decires entre él y una persona a quien hacia poco tiempo le habia obsequiado una orquidea. La persona a quien él le habia obsequiado la bella flor le transmitia que la orquidea se habia secado, hecho que describia con esta mas que bella frase: "Quería contarte que recién ayer se apagó la orquídea". La frase me pego fuerte en su simpleza y desnudez. Creo que fue el verbo "apagar" lo que me inundo de sensaciones y representaciones acerca de la "in-durabilidad", lo breve, lo incontinuable. Y no podia dejar de pensar en tan nimio asunto (el fenecimiento de una flor obsequiada, en este caso) pero a la vez, tan gatillante para en pensar. Y ahi quede, sumida en mis pensares, con los dedos tratando de volver teclas lo que me inspiraba esa orquidea ya muerta, ya eterna, ya brevisima, ya hecha palabra y recuerdo. Porque cuantas orquideas se nos "apagan" a lo largo de nuestras travesias por esta vida..?

Reproduzco aca lo que respondi a mi amigo en torno a este asunto.

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Bangkok, Tailandia
(en medio de una tormenta monzónica de Septiembre)

Querido "-":

Inspirante.
Esa, y no otra palabra resume lo que me despierta la breve historia de la orquídea que diera inicio a estas reflexiones a las que generosamente me invitas.

Quería contarte que recién ayer se apagó la orquídea.

Infinitamente más viejas que el hombre, las orquídeas existen en esta tierra desde hace unos 80 millones de años, al menos ya hay restos de ellas datados en dichas pretéritas éépocas en el monte Volca de Verona. Sin embargo, y dado que la reflexión que motiva estos pensares apunta por un lado a analizar el asunto de la génesis de los símbolos, es bueno recordar que quienes primero denominaron a esta extensa variedad de flores bajo el nombre genérico de "orchis" (ορχις) fueron los griegos. Mas precisamente fue un discípulo de Aristóteles llamado Teofrasto -considerado el fundador de la botánica- quien así las llamaría por vez primera en su libro “De Historia Plantarum” (Historia natural de las plantas). Curioso nombre “orchis” que ya devela una interesante simbología asociada a esta flor, dado que el significado de la expresión “orchis” en griego significa “testículo” (aparentemente Teofrasto trataba de aludir con este nombre a las formas bulbares que presentan visualmente las flores y su semejanza con los sacos contenedores de esperma). Siguiendo este derrotero que ya la mismísima palabra nos obsequia en su oculto origen, lo orquidáceo se halla anudado de alguna manera a la materia seminal de da vida, que perpetúa vida, a la semilla que intentará procreativamente desmentir la inexorable muerte de un Ser a través de la creación de otro nuevo Ser que lo suceda, lo continúe, lo eternice desafiando las leyes de finitud de la materia.

Pero estiremos un poco mas este hilo etimológico zurciendo ideas, ahora, por el revés del mismo sendero. Así como la orquídea se encontrará asociada a la dación de vida por esa carga simbológica que la liga en su nombre mismo a las semillas reproductivas masculinas en la fluidez de su sustancia, “semen”, me permito recordar aquí que -si la memoria no me hace afirmar una equivocación- en la antigua raíz “sem” está adherida la noción de “muerte”. Por lo que la orquídea es, en sí, una síntesis de vida y muerte. Belleza y fenecimiento. Esplendor de color y palidez mortecina. El vigor de la potencia vital y la decadencia depotenciadora que preanuncia naturalmente la inminencia de la finitud.

Todo y nada anida en cada orquídea.
Opuestos
Puentes.
Conjugaciones.
Lógicas inclusivas.
Sentidos inconcluídos.

Sin saberlo ella misma, la flor, es dadora de esperanza que se yergue altiva, y a la vez portadora de la una tal fragilidad en su cuerpo de carnepétalo que torna más fatalmente trágica la insoportable idea de la fin de lo bello.


Quería contarte que recién ayer se apagó la orquídea.



Pero en este punto amanece la esperanza de lo eternitario. Pues lo eterno, lejos de ser sinónimo de durabilidad, es más bien el esfuerzo que cada mortal se autoimpone por desmentir la naturaleza perecedera de su Ser y su microcosmos de seres, afectos, vidas, biografías, imágenes, amores, intensidades que algún día desaparecerán junto, luego, alrededor de él. Y el símbolo es el resultado de esa “voluntad de inmortalidad” que procura desesperadamente detener la llegada de la muerte. Eternizamos a través de nuestros símbolos, incluso aunque estos varíen y nunca se repliquen clonadamente, los símbolos nos permiten religarnos con lo que ya no es pero pugna por seguir siendo. Y no me refiero a los símbolos colectivos precocinados para ser digeridos por las mayorías que disgustan del inmenso trabajo de deshacerse de los “símbolos legitimados” para lanzarse a la aventura de inventar-crear-poetizar otras nuevas narrativas simbológicas más libertarias, más altas y singulares, más voluptuosamente éticas, pues eso ya sabemos, implica un gran trabajo interior en cada uno y la humanidad es acomodaticia y holgazana como para enfrentar la tarea de invencionar sentidos nuevos, más plenos y desrebañizantes. Por eso los humanos engullen simbologías solo aptas para el microondas de sus cerebros adormilados con solo accionar el control remoto de sus TVs. Pero acá estamos pensando en otra dimensión en la génesis del símbolo. Esa dimensión que se abre cada tanto cuando algún caballero andante o alguna dama lanzan una trama en el aire y esa delgada fibra conectiva se hace tejido de un encuentro singular e irrepetible por su libertad y entrega. Allí, y solo allí nace una orquídea eterna.


Quería contarte que recién ayer se apagó la orquídea.



Querido "_", ya no se trata de la orquídea fáctica que enviaras. Se trata de poder asistir al nacimiento de un símbolo personal, un símbolo de aquella orquídea real que ahora ha transmutado en orquídea de viento, de aire, de invisibilidad, y sin embargo se hace y se hará siempre más presente que aquella real que no pertenece ya a la existencia.

Lo que dura en el símbolo de la orquídea eterna hecha potencia invisible, es esa voluntad magnánima de desafiar la muerte a través de una perdurabilidad intangible, y probablemente el sentido de ese símbolo es sólo inteligible entre aquel que dio y quien recibió la orquídea enviada.


Quería contarte que recién ayer se apagó la orquídea.


Pienso en estas breves palabras que son ya una narrativa de la génesis entre lo real y lo intangible. Y siento, incluso con más claridad aún, que la orquídea lejos de morir, se ha vuelto invencible en la memoria, en un particular lugar de la memoria, allí donde se calientan las brasas de los símbolos personales.

Y esta pequeña historia que se me ocurre, ahora, para imaginar un cierre imposible a este hermosa convocatoria a pensar a que me invitaste, querido "_":


Desde una tierra indómita un hombre tomó su arco cuya misteriosa cualidad era describir trayectos circulares. Con su arco singular, lanzó una orquídea disparada como una flecha. En su trayecto de perfecta circunferencia la orquídea-flecha fue percibida, por aquella mujer a la que estaba destinado el envío de la irrepetible flor, como un inestable punto fijo. En el aire mismo, la mujer vio a la orquídea llegar, permanecer, partir, decaer y fenecer. Pero el círculo aún estaba lejos de haberse completado, nada podía darse por cerrado incluso hasta que finalmente la orquídea-flecha desapareció del mundo de lo tangible.
Una vez que la blanca muerte
cargó para siempre
en sus huesudos brazos

el descolor de la frágil flor

al arco circular del lanzador le devolvió

un vacío.

Y el círculo hubo de encontrar en esa Nada
en esa ausencia en la que la flor había mutado su otrora perfumada presencia
en ese cruel vaciamiento de vida
un nuevo fin y un signo inconfundible de reinicio.
Y asi también lo entendió el arquero.
El hombre primero hizo silencio
acomodando su mortaja de palabras sordas
como un tributo último a la flor que ya no era.
Pero luego
cuando el arquero que habitaba en el hombre habló
se dirigió a ese vacío que le había devuelto su lanzamiento diciéndole:
“Mujer
ahora tendrás para siempre éste vacío lleno de orquídea eterna”.
Y lanzo su flechavacío hacia la mujer
reiniciando el círculo inmortalmente retornante una vez más.
Del resto de la historia nada sé.
O apenas poco.
Sólo me ha constado que el arquero y la dama poseen
desde entonces
la pluma para continuar el vuelo de una escritura
sobre flores que llegan y se van,
sobre el poder de conjurar distancias
combinando pétalos y dianas
y por encima de todo ello,
ellos poseen el tesoro de una memoria sin tiempo
a la que llaman “la orquídea eterna” .



Desde este babélico sudeste asiático.
Gabi Romano
(Estoy regresando a Argentina en unos días, por lo que espero verte pronto. Mientras este abrazo con efecto, hecho con la materia de algunos pensamientos philopoéticos que me surgieron en una mis ultimas noches en Oriente).


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sábado, 6 de diciembre de 2008

Erotika



Erotika




El erotismo da miedo

porque se lleva las palma en el exceso,

se abre en la superabundancia y en lo ilimitado.

Eleva el instinto a categoría de un arte de amor,

y por lo tanto de vivir.


Sophie Chauveau

(escritora francesa)






Erotika.
Otro blog. Otro universo -paralelo- a explorar.

http://arterotik.blogspot.com/

Recien despunta. Desde el deseo y otras inquietudes similares pero diferenciables. Veremos.




__________________________________________________________________ Photo from: www.lacoctelera.com/.../desnudo-36.JPG

viernes, 5 de diciembre de 2008

Espera en las alturas


En las alturas



Espera aún a que yo venga
a romper el frío que nos retiene.

Nube, en tu vida tan amenazada como la mía.

(Había un precipicio en nuestra casa.
Por eso hemos partido y nos hemos establecido aquí).


René Char -Les Matinaux

domingo, 2 de noviembre de 2008

All hallows eve: paganos temblores (Del souling y a la oportunidad de pensar entre fantasmas)



All hallows eve: paganos temblores

(Del souling y a la oportunidad de pensar entre fantasmas)




Pero donde está el peligro, crece… también lo que salva.

Hölderlin



Cercana aun la noche de Halloween, no me importa demasiado ahondar en las contaminaciones de la cultura capitalista y sus circuitos impositivos de consumo, lo cual sería una de una liviana estupidez rica en saborear espejismos criticos. Me interesa la oportunidad de pensar. Aunque la invitación llegue con una tarjeta anaranjada, imagen de calabazas, dulces solicitados por niñitos/as disfrazados de seres risiblemente temibles, películas de muertos que no se dejan enterran, y fundamentalmente, una fuerte atmósfera de… fantasmas.

Me gustan los fantasmas, convivo con ellos. A algunos les temo. Con otros hago el amor.

Los riego, a veces. Otras los arranco del camino torpemente.

Me dejo conocer por ellos en mis ignorancias y desvisto ante sus caras pendulantes mis inciertos aciertos.

Creo que mas los amo que lo que los odio. Es con ellos, el “ni” es regla y ley.

Los cuido.

Y los abandono.

Los sueño y me sueñan.

Los fantasmas. Lo espectral.


Yo misma me siento algo irreal, algo fantasmática. Un poco extranjera de lo real. (Será que he vuelto a mi tierra? Será que aún me quedan escamas de ese océano inconmensurable de sensibilidad que ha sido vivir en Oriente? Será que aún tengo mis valijas en los pisos de mi "tienda" nómade actual?)

Irreal no menos ni más que real. Fantasmas me anidan. Y por eso mismo tal hospedaje de espectros me hace sentirme espectral también. Un poco habitante de lo imaginado. Aún siendo cuerpo, materia, sinapsis, electricidad, líquido, mareas, también siento una dimensión no menos constitutiva que no responde más que a la… “intangibilidad” sería la palabra? Y no estoy hablando de alma ni espíritus ni limbos ni interioridades inhallables ni inconcientes inlocalizables. Me refiero a lo espectral que somos y nos constituye. Me refiero a lo que llamo nuestra “dimensión intangible” como asunto irrenunciable al pensar cuando se trata de abrir una analítica sobre las configuraciones de la subjetividad.


Noche de todos los Santos. Traduciendo Halloween… hacia dónde me lleva el barquero del Leteo está noche? Santos… una palabra infrecuente en mi ateo vocabulario. Sin embargo existe Rudolf Otto (quien escribió, justamente un texto llamado Lo santo). Otto dice entre sus páginas que lo “santo” es casi sinonimizable con lo sagrado. Santo sería aquello que contiene un cierto “excedente de significación”. Pienso que todos contenemos ese “excendente”, ese algo que no se deja terminar de significar ni para nosotros mismos ni para otros, y que nos torna un enigma ante quien busque descifrarnos. Nietzsche en “Las tres transformaciones” también resalta este asunto de la sacralidad y la santidad. Y lo hace tanto en el “sagrado decir No” del león como luego en el “santo decir ” del niño, siendo lo sagrado y la santidad parte indisoluble de las imágenes alternativas al resentido camello cargado de deberes, pesos y tradiciones mutilantes de la libertad.


Por lo que la Noche de todos los Santos, o Halloween no es más que… una noche para pensar en lo humano, lo demasiado humano pese a que en la superficie se trate de tonterías acerca del ultramundo y sus acechanzas?

Se trata de los fantasmas.

De mis años de anclamiento en los Seminarios y Escritos de Lacan, recuerdo que éste toma la palabra fantasma para designar a través de ella a la fantasía ("fantasme" en francés) y también para introducir una serie de nociones nuevas en el psicoanálisis (nuestro deseo posee un soporte a través del “fantasma”, siendo éste a su vez la respuesta que el sujeto construye ante el enigma que implica preguntarse acerca de qué es lo que desea el Otro). Pero será Derrida quien dará una marca extraordinariamente singular al asunto del "fantôme" como espectro, espectros a los que sugiere “hay que amar” y entre los que nos movemos constantemente pues según el filósofo argelino, todas nuestras relaciones poseen el elemento de la espectralidad. Sea que amemos, odiemos, nos amistemos, trabajemos, imploremos, construyamos, estudiemos, roguemos, matemos o demos a luz, siempre estaremos entre cierto tipo de espectros.

Pienso. Entre fantasmas, pienso.


No hay modo de vivir sino entre ellos, “entre” fantasmas. Pues quién puede decir que no tiene muertos con los que suele toparse en su camino por la vida? Quién acaso no se ha citado con sus espectros en sus más acallados sueños? Quién puede decir que no ha temblado ante lo inclasificable, ante lo enigmático, ante lo que alguna vez ha desarmado la segura luminosidad de sus seguridades? Quién no ha empalidecido ante lo que no admitiendo ser olvido nos ronda y merodea calladamente?

Quién no ha amado a un fantasma?

Quién no ha temido a mirar el rostro deforme que también mora en lo más bello?

Quién no ha retenido-mantenido en la memoria algo ausente y bien querido, pero ya muerto?

Quién no sabe del olor de las cenizas ?

En suma, traduciendo Halloween… quién no vive en su propio y profuso Halloween..?


Pero antes de elucidar los asedios fantasmales que acontecen en toda configuración subjetiva, antes de animarnos a interrogar monstruos y deformidades que habitan en el temido “entre” cuyas orillas conforman la vida y la muerte, antes, recapitulemos un poco de historia halloweenesca…

Para empezar, rememoremos que fueron los inquisidores quienes denominaron a la fiesta antigua del Sanhaim como "Día de Brujas", lo que denota que este asunto de Halloween viene de mucho más atrás que la Revolución Industrial, el consumo capitalista y sus productos diseminables, o la globalización con sus males de desparramo masivo de bienes simbolicos homogeneizadores. Por lo que, para empezar, debemos tener en cuenta que una vez más y, para variar, el cristianismo “metió su cuchara” de cruzada antipagana en este asunto de los muertos entre los vivos. Pero veamos la cosa más hacia atrás aún, pues para mi regocijo, debemos volver una vez más a mi favorito siglo: el siglo V a.C. En esas épocas, los celtas de Irlanda celebraban oficialmente el fin del verano el día 31 de octubre en una festividad justamente llamada Sanhaim o “Fiesta del Sol” (celebración que indicaba el comienzo del año nuevo). Una creencia de entonces afirmaba que los espíritus de quienes habían muerto durante ese año volvían a buscar cuerpos vivientes para encarnarse durante un año más, encarnadura que intentaban los espíritus consumar esa noche de pasaje entre el año viejo y el año nuevo. Como ya se puede ir apreciando hay aquí un entramado más complejo y lejano que nos lleva a la vida de los antiguos pueblos paganos europeos. De hecho, otra de las costumbres que se arremolina en la simbología residual que recibimos acerca de Halloween es la de ahuecar y tallar la famosa calabaza-farol (a la que se llamó Jack-o-lantern en su origen pues recordaba la leyenda de cierto borrachín irredento, y aclaro que en esos tiempos se usaba en realidad un nabo ahuecado y no una calabaza) tiene su origen también en el folklore irlandés, pero esta vez, el de las leyendas relatadas durante el siglo XVIII. En cuanto a los tironeos entre el mundo pagano y los esfuerzos de cristianización europea, la costumbre de pedir dulces golpeando la puerta de los vecinos (trick-or-treating) es un buen ejemplo que describe el clima de creencias y temores durante la Alta Edad Media. Una vez más, no es una costumbre que haya impuesto la producción fílmica de Hollywood, pues eso de andar recorriendo puerta a puerta ya era una práctica europea rastreable en el siglo IX. La práctica se llamaba “Souling”: el 2 de noviembre, día llamado “de los Fieles Difuntos”, los cristianos primitivos mendigaban "pasteles de difuntos" (soul cakes fabricados con pasas y trozos de pan) en la creencia de que cuantos más pasteles recibieran los mendigos solicitadores, mayor sería el número de oraciones que rezarían por el alma de sus parientes muertos para que éstos encuentren descanso final en el ansiado paraíso. Existe, de hecho una Souling Song que sintetiza lo anterior:

 
A soul, a soul, a soul cake
Please, good missus, a soul cake
An apple, a pear, a plum or a cherry
Any good thing to make us all merry
One for Peter, two for Paul
Three for Him who made us all


Más cerca, hacia fines del siglo XIX, la noche del 31 de octubre devino en tiempo para la diversión, el exceso y la fiesta desproporcionada (tal vez rememorando la llamada "noche traviesa" -Mischief Night- que ya formaba parte de la cultura irlandesa y escocesa), segun Charles Panati. Por lo que de todo este combinado de simbologías, imágenes sincréticas, credos mixturados, restos de paganismo, y llamados al orden cristiano, quedó “eso” que hoy circula bajo el nombre de Halloween. Este resumen no es más que un perímetro histórico-cultural desde el que genealogizar esta fecha que, de otro modo resultaría vacua de sentido, cuando pueden ser perfecta invitación al pensar, aun desde la plataforma “masiva” que ofrecen los sentidos vulgarizados.


El fantasma, según Lacan, forma nuestro Grund como sujetos. Y esto es así, por la vía del deseo, pues saber “qué” desea el Otro es siempre enigmático, siempre es lenguaje encriptado, siempre alude a lo extraño. Desear e interrogarse por el deseo nos hunde en las raíces de un enigma, como a Edipo. Y nos muestra el rostro posiblemente trágico de esa trama a la que dirigimos nuestras preguntas. Por eso tragedia, fantasma, enigma y deseo se intersectan en las preguntas capitales de nuestro existir. Derrida nos dirá, directamente, que convivimos con fantasmas. Y el primer fantasma (si es que uno de ellos pudiera ser el imaginado como primero) ni más ni menos es uno mismo. Somos extraños para nosotros mismos. Nos desconocemos, poderosamente. Poco queremos saber de nuestra “comunidad interna”: ese microcosmos de identidades múltiples que somos y que, por lo general “no nos atrevemos a ejercitar”. Un concierto de voces… acalladas por el soberano tribunalito tiránico de nuestras razones de poca monta y mucho “valor”. Callada por el “Yo”, la subjetividad encriptada de “quienes somos” nos merodea a modo de fantasma. Los “modos de ser” que no nos atrevemos a pintar en la tela de nuestra vida, se vuelven espectrales, nos convocan en sueños, se sublevan en nuestras formaciones inconcientes, nos enferman en nuestros síntomas. Sí, Derrida estaba en la ruta acertada: vivimos entre espectros pues, somos una comunidad de otredades, estamos en medio de una fiesta postergada de multiplicidades identitarias.


Somos un entre, al igual que los fantasmas, pues merodeamos entre nuestras luminosidades más vitales y nuestras oscuras pulsiones tanáticas. Somos “entre”, porque nuestra existencia entera es herencia, memoria, genes y pasado muerto entre un futuro impredecible, mutación, olvido, y necesidad vital de desaprendizajes imprescindibles.


El fantasma, está allí, esperando en cualquier rincón. ¿Para qué? A veces para nada, a veces para alertarnos a través de esa última y primitiva reacción que es “temerle”, que podemos ir más allá del límite estrecho de ese corralito infantil al que llamamos “nuestra ordenada realidad”. El fantasma es irrealidad. Pero es la irrealidad que nos hace disponer de un posible poder: el poder de tomar coraje y subvertir realidades solidificadas, aprisionantes, perversas, disciplinantes, e incluso coloridamente… agobiantes. Y pese al susto y el temblor que nos provoquen nuestros fantasmas convivenciales, sencillamente su llegada es un modo de patentizarnos que no todo en la vida está bajo el control de la presencia, que no todo es hipervisibilidad productiva sino que existe una invisible actividad improductiva, un resto de nuestro mundo que no se deja “comer” por la esa bocaza carnívora que es la sujeción a la normalidad. El fantasma, el espectro, es el modo de presentificación de lo que, imprecisamente, aún no es posible de ser dominado en cada uno de nosotros. Lo ingobernable. Lo inasible. Lo vacante. Lo vacío preñado de insabidos pre-aconteceres.


Por eso, amar los espectros. Amarlos tanto como aprender de los fantasmas. Abrojarlos al andar que ansía inusitados caminos. No se trata de cargarlos (como el camello) ni de combatirlos (como lo haría el soldado ante el extraño enemigo). Andar con ellos, hacernos lugar para la amistad con lo espectral porque nosotros mismos somos ciertamente espectralidades que esperan ser desencriptadas por la via del deseo del otro. No importa si hallamos un sentido o no a nuestros espectros. Simplemente hay que estarse allí, “entre” los espectros, en nuestros Halloweens diarios y singularísimos que exceden el 2 de noviembre. Estarse entre los espectros, y saber llevar con una buena risa disponible el disfraz que nos toque vestir en nuestras fiestas con los muertos entre vivos.


Y también el fantasma es asunto de la libertad. El fantasma al lo que puede prescindir de las categorías esclavizantes de la lógica formal: no es cuerpo, no es “cosa”, no es Idea, no es sustancia, no es trascendencia, no es enviado, no es agente, no es causa, no es situable, no es mesurable, no es seguible, no es atrapable, no es capturable, no es dialectizable. El fantasma anuncia que hay que vérselas con el miedo y con los riesgos, y que hay que correr el riesgo de temer para afrontar un auténtico “estarse vivo”. Para arribar a esa “estancia” es condición abandonar, liberarse, en algún momento de las cadenas que imponen las categorías. Nietzsche, en “Humano demasiado humano” también llama fantasmas a los Espíritus Libres. Pues no sólo hay fantasmas que nos corren por la espalda, desde el pasado y lo ya sucedido e irreversible, sino que también los hay como imagen de lo inllegado, de la promesa, de lo imprevisible, de la generosidad de lo sorpresivo que aún, aún, desborda entre las inquietudes que yacen en el horizonte de lo todavía indecidible y futuro. Fantasmas entonces, en todos los puntos del tiempo.

Y nadie puede saber si eso fantasmal que advendrá tendrá la máscara del mysterium tremendum, porque justamente el espectro se sustrae de cualquier previsibilidad. Aunque pienso que, incluso si aquello que ha de llegar nos provocara un pavor y un miedo inmenso por su condición doble de desconocido e inmanejable, siempre se tratará de algo que contendrá su “sí” y su “no”, su llamado a liberarnos serenamente de algún viejo y pesado cascarón podrido, y su ansia igualmente intensa de hacernos bailar "sin cabeza" (decapitados de "razón") experimentando la estética de la ligereza.


Por delante,

así,

también la espectralidad.



(En lo innacido también huelo las alas de amados fantasmas por acunar)



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lunes, 20 de octubre de 2008

Linea de fuga (parte III) - Aun desear, desear la belleza de la fuga



Línea de fuga (parte III)


Aún desear, desear la belleza de la fuga




Los nómades están en el medio. No tienen historia solo tienen geografía.


Gilles Deleuze
Claire Parnet - “Diálogos”



Huída.

No la moralmente condenada como “cobardía”.
Una huída como el modo radical y estetizado de un habitar la libertad.
Huída más allá de la moral. Huída que no cesa en su voluntad de acercarnos a acontecer.

Fuga. Y la autenticidad del fugĕre, de permitirse trascurrir sobre la superficie de un alejamiento.
Desapartarse, así, sin más, de lo que promete “dejarse venir”

Puesta en movimiento del deseo y sus multicromaticas indeterminaciones.

Huída, o el otro nombre, como un re-origen ubiquo desde el que invencionarse.
Fuga en la que atraverse a destituir la enajenación en un Yo que se reduce a un apenas arrogante pronombre perplejo. Entrega a una decisión que nos decide antes de saber-razonar-conocer acerca de la exactitud teleológica a que nos conducirá eso impreciso ya decidido.

Fuga que bebe de ese exceso (o de ese… resto? residuo? fragmento? esquirla? ) algorico de un deseo. Impronunciable desear. Ausencia de decir bajo la falda arremolinada de la línea que nos fuga con ella. Silencio que danza el desorden de sus signos habituales.

Vacío que sonríe. Línea vacía que preserva la vida en la huída.

Finalmente, dejarse preñar de plenitudes devenidas líneas de fuga.



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sábado, 18 de octubre de 2008

Línea de fuga (parte II) - La huída como micropolítica del deseo



Línea de fuga (parte II)

La huída como micropolítica del deseo



…el deseo está precisamente en las líneas de fuga

Gilles Deleuze
“Deseo y placer”


Desde sus certezas, las instituciones “imponen”: sean las instituciones políticas u organizaciones laborales, las instituciones educativas o las mismísimas micro-organizaciones familiares, la institución del matrimonio o las configuraciones que se diseñen desde los tradicionales “lazos” de pareja. La dureza y molaridad desde la que operan las instituciones dadoras de sentido involucran diversos planos de coerción sobre cada uno de nosotros. Acatar los mandatos del orden implica siempre un dejarse sujetarse, permitir la sujeción -lo más literalmente posible “volverse sujeto”- a la ley, la regla, a los mandamientos, a los deberes, a los códices sean cuales fueran. De la buena cumplimentación de esta malla de obediencias diarias depende que el que podamos encajar en una exspectatĭo más amplia: la social, que nos remitirá sin titubeos a lo que se espera que suceda en nuestra existencia, al cómo, cuándo, dónde, porque, para qué, y hasta con quién.

¿Qué se espera que decodifiquemos desde los discursos del orden y sus instituciones testaferras? Pues se espera que podamos responder -como sea…- a toda una imposible serie de ideales de vida: aspirar a la meta del poco definible “éxito económico”, alcanzar cierto grado de educación formal, mantener a todo costo un esquema no muy móvil de “normalidad” relacional-vincular, reproducirse y dar origen a criaturas que sigan replicando en el futuro nuestras posiciones en el engranaje social, ser un correcto educador de los hijos fijando en ellos el sentido moral del Bien y el Mal, poseer y/o renovar un quantum tampoco demasiado definible de objetos materiales -casa, auto, electrónicos, vestimenta, etc.).


Frente a este exceso de certezas a las que hay que rendir culto a diario con el sudor de nuestras cadenas, el deseo es la única vía inesperada de desobediencia, invención, resistencia y salud.

Runaway!

Allí donde la maquinaria social binariza, aparece la obligación psicótica de escoger falsamente entre uno u otro término en el seno de la misma ficción:


adaptarse o fracasar
acatar o marginarse
tener o ser
cumplir o liberarse
detenerse o ponerse en movimiento
subir o caer
entrar o salir
disminuirse o expandirse
padecer o reaccionar
disecarse o amar
durar o existir


Infinita serie de ficciones. Ilusiones des-opresivas. Ilusiones acatadoras. Optar por uno de los polos es solo eso, mera opción, no acto de deseo. Mientras se opta, nada cambia aun bajo la máscara del cambio. Y encima, el binarismo siempre damnifica. Este soporte binarista que anida cancerosamente en las disyuntivas excluyentes en que tantas veces sentimos o creemos estar metidos, no es susceptible de ser comprendido o resuelto desde la magia dialéctica. No se trata de contradicciones “a resolver-superar”. A la mierda con Hegel (una vez más…)

Y aquí entran las líneas de fuga. Intempestivas. Bellas líneas hacia la huída en estado de deseo.

Runaway now to end your misery!

Son las líneas de fugas, las que casi sin esperarlo nosotros mismos, quiebran severamente la “voluntad binarizante” de estas falsas opciones que lo único que aseguran son la desvitalización y el descenso de nuestra potencia. Huir, en este contexto epistemológico, es el modo de comprender que cuando se compone una línea de fuga estamos ante la posibilidad revolucionariamente microfísica de un alzamiento, un amotinamiento, una sublevación del sujeto ante la estupidización y acobardamiento que resulta inevitable del seguimiento acrítico de los ideales disciplinadores. En la línea de fuga se desterritorializa al deseo. Quitándole los grilletes a éste se deshace la celda que mantenía cautivo a nuestro propio devenir potentes, se libera el reinicio de la alegría como pasión, se abre la instancia transfiguradora de crear, de hacernos otros. Autorepujarnos nuevos, más ágiles, más livianos, más en vuelo. Fugar, huir, y hacerlo desde la instancia de nuestros deseos es posibilitar un deshacernos de los esquemas dicotómicos opresivos. Fitzgerald llama a estas líneas de fuga “líneas de ruptura”, en otros sitios Deleuze se refiere a ellas sencillamente como “huída” recordando que no están fuera de la máquina-sistema, sino que forman parte de él. Un punto fundamental por señalar: teóricamente no se trata de desafiar al poder desde la línea de ruptura y la huída productora de deseo, no se trata de una suerte de “primero está el poder, luego la reacción-deseo-huida frente o contra él”. Se trata de recuperar el lugar primigenio y afirmativo de la plenitud deseante, único lugar desde el cual es posible poner en cuestión el tanatismo de las instituciones coercitivas y desafiar la capacidad del mal que emana desde el poder como dominación.


Para Deleuze-y Guattari hay el deseo, la línea de fuga. Lo activo de nuestra condición deseante es nuestra “Gran salud”, tal como la llama Nietzsche. El resto es enfermar, sufrir, debilitarse, desolarse en la grisura del resentimiento. Y justamente contra estas fuerzas ascendentes que constituyen nuestro suelo y habiente existencial, se emplazarán los devenires reactivos de la fuerza, arrastrando al sujeto a los laberintos del dolor resentido. Nuestro estado primigenio es el estado de disposición ascendente, de movimiento positivo y placentero, de fluencia afirmativa del que partirá más tarde todo el resto de lo que hagamos. Y por ello, lo que aparte a una fuerza de lo que ésta pueda (todo aquello que nos separe, nos inhiba, nos aleje, nos impida llegar al máximo de lo que podemos) será reactivo, descendente, tendiente a lo esclavo, y sencillamente esclavizante. Somos fuerza y positividad deseante. Somos en lo activo. Luego, sólo luego, en una especie de segundo tiempo (no se trata acá de una cronologización temporal lineal, sino apenas de un incómodo y provisorio modo de tratar de explicar esto de “qué es primero y qué es luego”) en un después de eterno retorno circular, estará la voluntad de domesticar, la dominación que debilita, el poder que bebe sangre débil de esclavos temblequeantes, la captura de nuestra potencia, la territorialización y rigidización, la reactividad triste y decadente. Es clave, desde una política de la subjetividad extramoral, resaltar que ése primigenio deseo afirmativo es lo que nos constituye, nuestra materia más cara.

Microscopic runaway lives. Tiny lives running for freedom.


Huir deshace el poder de cautividad que poseen las instituciones de control y sus modos subjetivizantes. Para Deleuze no son sino las líneas de fuga, las líneas de desterritorialización, nuestra capacidad de contrapoder y resistencia las que atraviesan una sociedad y en ese “atravesar” la definen como tal. No se define un socius por los rasgos que adopte su poder y sus carácterísticas de dominación, sino contrariamente, por los múltiples modos en que constantemente se está produciendo el deshacimiento de sus líneas duras, la quebradura intersticial de sus molaridades dominantes, la erosión de sus mal llamadas “normalidades”, la denudación de sus mentiras aceptadas y legitimadas, la puesta en cuestión de sus mandatos más sacros.


A life nomadic is life intense.
A life nomadic is ambiguous in itself. Contrasts. A life nomadic is led among spells.
Life, inhabitant of the desert. Inhabitant that dissolves the start
and the ends. And the Dead.

Las líneas de fuga permiten que encontremos nuestras propias puertas de salida del juego social, pero es bueno saber a la vez que no existe un “fuera de lo social”. Siempre se trata de entrada y salidas, de líneas de permiten invencionar rupturas, pero a las que siguen inevitables nuevas cristalizaciones. El orden sobrevendrá, más tarde o más temprano, aún si la línea de fuga es fuertemente subversiva respecto de lo valores. Pero a la vez, un nuevo desorden sobrevendrá a la vez, otra línea de fuga hará trizas la innovilidad que se impuso en lo cristalizado, y así, en un eterno retornar de lo mismo y lo otro, en un pulso en que las diferencias no cesan de abrirse y la identidad no cesa en su voluntad de cloture, se trama las basculaciones del devenir. Al respeto el propio Deleuze señala:


Pero hay toda una política que exige que esas líneas sean bloqueadas,
que se establezca un orden.



Afirmar la inmanencia de las líneas de fuga o del deseo respecto de "lo social", es poner en relieve la capacidad de romper las reglas que facilitan-posibilitan bajo su cínica complicidad que el poderío arbitrario siga arrogándose el derecho a imponer trayectos, exigir humillantes obediencias y en definitiva, ir matando la fluencia sin forma desde la que la vida misma se afirma como devenir. La huída es el movimiento que protege a nuestros deseos de ser vorazmente devorados por la arbitraria fuerza negativa del poder instituído.


The nomads, those wild midpoints, are always moving.
Running away.



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martes, 14 de octubre de 2008

Linea de fuga


Línea de fuga


Se escribe siempre para dar vida,
para liberar la vida allí donde está presa
para trazar líneas de fuga.

Gilles Deleuze
“Conversaciones”



Destrazar. Ese parece ser un primer verbo, una acción primordial al momento de pensar qué se quiere decir con la deleuziana expresión “línea de fuga.

Así, destrazar.

Destrazar destrazándose. Porque sucede que lo que hemos trazado se ha endurecido, entumecido, devenido jaula. Por eso la línea de fuga es un breakout, una liberación con todos los peligros y desafíos a que conlleve. Supone, además y desde ya, un caudal de incertidumbre asegurada.

Destrazar, romper un trazo. Liberar un modo de los signos que lo encarcelan y lo limitan en sus posibilidades de expansión. Destrazar como una ejercitación que pone en juego la creatividad de invencionar nuevos signos, otros. Destrazar también la (¿supuesta?) estabilidad que suponíamos tener hasta ahora entre los signos que reconocíamos -pese a los agobios y fatigas que suscitaban- nuestra “adorada” cotidianeidad.

Una línea de fuga es, por eso, un neotrazado, un intento, un probar, un sagrado restituir de la experimentación. ¿Si hay un “objetivo” en la línea de fuga? Si lo hubiera es ingéntito al momento de la fuga misma, titubeante, zigzagueante, impreciso, in-direccionado aún.


Devenirse en una línea de fuga es también un arte de tomar contacto con la finitud, con lo tanático. Fugarse es tactar cierta materia muerta: objetivos fenecidos, seguridades cadavéricas, ilusiones necrosadas, sedentarizaciones cementéricas. La materia muerta de un proyecto que también lo está obliga a marcar en nuestro mapa existencial los puntos muertos que han perdido en el presente un sentido vital (antes bien, ciertos puntos de referencia domesticos, usuales, normales, parecerían simplemente testimoniar sobre lo desvitalizado de cierta relacionalidad que persistimos en sostener pese a la abundancia de pruebas que dan cuenta de lo mortecino de ese modo vinculante que increíblemente insistimos en conservar). La línea de fuga es anti-conservadora. Lejos de hacer un culto a los frascos de cloroformo en que se hunden las existencias domesticadas, la línea de fuga atenta contra todo intento de conservar mientras nos deja mirar con una lente de aumento despiadada los ataúdes en que guardamos celosamente las tradiciones: llámese a estos cajones de pino de venta masiva y obligada familia, profesión, pareja, o matrimonio. Las líneas de fuga son delatoras impiadosas de las muertes entre las que insistimos en montar nuestras guaridas ilusorias.

Y por lo anterior, es un tomar distancia de lo desvitalizante.

Lineas de fuga como acercamiento a las manifestaciones -nunca simples sino altamente complejas y complicadas- de la vida.

Manifestarse en la fuga. Poner en visibilidad. Arrancar de las tinieblas lo que mata o enferma. Recuperarse en la fuga. Aun mientras se convalece, siempre resituar para el lado de la vida.

Abrir una línea de fuga es abrirse uno mismo. Manifestarse en la manifestación misma de un paso que huye. Paso que, por pequeño o difícil o impreciso que sea, siempre busca abrir un contacto hacia la salud. A sudden widespread


Ya no se trata de tolerar lo molar, lo mandatado, lo exigido normativamente, ni se trata ya de seguir las circulaciones obligadas (que lejos de facilitarnos la plenitud de un real “circular” nos detienen, nos fijan, nos desaniman a experimentar un verdadero andar), soportando los sentidos y valores impuestos. Líneas de fuga como un “ya no más…”. La línea de fuga nos reclama e interroga en el plano de lo molecular, lo deseante, la ingencia, la desatadura, el movimiento. Fugarse como un rescatarse. Siempre un rescate incondicional de la propia experimentación como valor inclaudicable en nuestra libertad.

Las líneas de fuga. O cómo apartar a tiempo las relaciones de dominación del territorio de nuestros deseos. Abrir un espacio, un plano de apartamiento que nos vuelva capaces y dignos de nuestro propio poderío y así declarar el estado de nulidad de nuestras decadentes capturas. La línea de fuga jaquea la lógica de la conquista, denunciando la ilegitimidad de la mordaza con que siempre meten miedo aquellos que usan-abusan-manipulan desde el discurso y las prácticas de dominación. En contraste con este estatuto desvitalizante en que se hunde la subjetividad cuando es absorbida por los mecanismos de control social-institucional-relacional (haciendo del cuerpo una sede de algo spinozianamente triste) la línea de fuga pone en relieve las relaciones de velocidad o lentitud. Un paso de los sólidos a la fluencia de los líquidos.

Líneas de fuga como agua, como río, como manantiales como arroyos: más lentos, más rápidos, arrolladoras o serenamente imperceptibles, pero en indudable movimiento. En impermanencia. Desbordando márgenes arbitrarios, amenazando cauces impuestos, desafiando trayectos. Haciendo mapa.

Contra la moral de clones, contra el calcamiento punto-por-punto de sujetos hechos en manada bajo la presión del moldeo (contra el “todos debemos responder por igual”, “todos debemos desear por igual”, “todos debemos obedecer por igual”, “todos debemos aspirar por igual”, e incluso el inconcebible “todo debemos morir por igual”), la ética de la línea de fuga: deshacer el calco, quemarlo, desbordarlo, arruinarlo activa y definitivamente.


Contra la monocronía moral del igualamiento y sus calcos, una ética heterócrona de la fuga haciendo mapa.



Busco entre palabras de Deleuze:


Siempre es posible deshacer los dualismos desde dentro
trazando las líneas de fuga que pasan entre los dos términos,
estrecho arroyo que no pertenece ni a uno ni a otro
sino que lo arrastra a los dos
en una evolución no paralela,
en un devenir heterocrono.




PD.: He vuelto. Nomadizada. Y aquí estoy, surfeando mis líneas de fuga en mi amada y esquizoide Buenos Aires.

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

Y para que sufrir...





Y para que sufrir…




El sufrimiento es el medio por el cual existimos,
porque es el único gracias al cual tenemos conciencia de existir.


Oscar Wilde






Podria la filosofia expresar un pensar acerca del sufrimiento sin caer en las habituales trampas de los planteos propios de una logica del resentimiento?

Tampoco me interesaria explorar el “por que” del sufrimiento, pues por esa calleja se desemboca sin mucha demora en una busqueda de “objetivo ultimo” del sufrir, y de ahí a otorgar una sustancia al sufrir hay poca distancia tambien.

Ni siquiera puedo sostener un planteo de sujeto/objeto (sujeto sufriente vs. objeto que aplca sufrimiento) pues esta vieja dicotomia hace perder de vista muy a prisa los borroneos en los que el sujeto que sufre se torna objeto de sufrimiento, tanto como que el objeto que hace sufrir es-ha sido-sera sujeto pasible de sufrir.

Menos me importa aun el infinito numero de los “de y que” del sufrir: sufrimos por amor, sufrimos a causa del dolor, sufrimos de impotencia, sufrimos por causa de las perdidas, sufrimos ante el horror de la muerte, sufrimos enfermedades o dolores, sufrimos por temor o miedo, sufrimos por nuestras carencias, sufrimos por causa de las ilusiones inllegadas, en definitiva, sufrimos de existir. Con lo cual, insisto, la lista se hace no solo larga sino interminable casi. Eso sin contar que en cada singular humano aquello que hace sufrir no coincide siempre ni en intensidad, e incluso, ni como causa, de manera general. Cada uno tramita sufrimientos a su modo, como se puede, y en el peor de los casos, hasta existe un tramitar el sufrimiento “como se debe”. Reglas. La "etiqueta" y protocolos del correcto sufrir. Si, porque hay prescripciones para la expresividad social del sufrir. Una especie de Do's and Don'ts en el comportamiento del que sufre. Puede alguien estar penando de amor, terriblemente, y sin embargo pese a las ganas de salir a aullar por las calles y correr desnudo tomandose la cabeza en signo de total desesperacion, nadie lo suele hacer. Sufrir tiene modos historico-socialmente aceptados y modos inaceptables que escapan a la norma de lo permitido como exteriorizacion del dolor. Digamos, en definitiva que, no somos autenticamente libres ni siquiera en el ese acto tan fatalmente inenarrable y huidizo de los signos que es sufrir. Amelie Nothomb dice, con enorme acierto en esta direccion (y sin duda en consonancia con el “espectaculo del castigo” que trabajara tan magistralmente Foucault): “Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo.” Entonces, desde las ejecuciones publicas medievales, la vision colectiva de los cuerpos quemados en las hogueras de la Inquisicion, o la captacion fotografica de imágenes de la pobreza, llegando a las peliculas de guerra, sin olvidar las imágenes literarias que evoca Sade, o la actual TV sangrienta a la espera del proximo derrame de carne humana tras una bomba, todo conforma las multiples formas superpuestas o acumuladas en la memoria colectiva acerca de los “como” del sufrir, sus variaciones, sus “evoluciones” (¡!). No se trata de sufrir y de modos aceptados y legitimados de hacerlo, sino tambien de ofrecer a toda una sociedad una determinada visualizacion de esos tipos de dolores y sufrires.


Leyendo “The sense of the past” del ingles Bernard Williams me tope con un capitulo 23 en el que titulado”Umbearable suffering”. Y si, el sufrimiento siempre tiene algo (o mucho) de insoportable. Creemos que nos lo soportaremos. Lo sentimos. Williams, siguiendo a Nietzsche en “La Genealogia de la moral” trabaja el asunto del sufrir anudandolo con la posibilidad o no de otorgar “algun” proposito o sentido a ese sufrimiento, pareciendo que esa posible atribucion de sentido (un imaginario “para que” del sufrir) haria que el dolor del que sufre resulte mas o menos soportable. Dicho de otra forma, la “soportabilidad” de un sufrimiento dependera de alguna manera de la posibilidad que tengamos de darle un supuesto meaning-sentido al sufrimiento.


Cuales podrian ser los mas frecuentes sentidos atribuibles al sufrimiento desde la perspectiva del resentimiento? Me arriesgaria a agrupar las posibilidades en tres categorias:

1-Que sufrir sea parte de un proposito “divino” (estamos en este mundo para sufrir como parte del plan de Dios para la imperfecta criatura humana, o sea, en pecado concebidos, y pagando de por vida la “pena” de estar vivo).

2-Que el para que del sufrir sea parte de un sacrificio que hacemos bajo un proposito superior. En este caso, la autoridad del proposito justificaria con creces el dolor del sufrimiento de quien se sacrifica por tal causa que lo excede, y de algun modo, lo beatifica por entregar su sufrimiento a ella. Dar la vida por la patria, morir por el futuro de los hijos, entregar el cuerpo a la “revolucion”, dar la vida en un parto, vivir para otros aun exponiendose a enfermedades o tremendas pestes formarian parte de este segundo caso.

3-Que sufrir sea parte de la cuota de dolor psiquico y corporal que hay que atravesar para “purgar” nuestra neurosis. El psicoanalisis, si bien se aparta parcialmente de la vision resentida del sentido del sufrimiento, sigue pensando a este como parte de la travesia un tanto siempre interminable que el neurotico promedio debe pasar en medio de compulsiones a repetir e insatisfacciones varias.



Me resta preguntarme, ahora si, por las posibilidades des-resentidas en una analitica del sufrimiento.

Pero antes de aportar algun grano de ideas en esta direccion, me voy dando cuenta que, tal como lo plantea inteligentemente Williams, el asunto del sentido es insoslayable. El sentido del sufrir, sea cual fuere este (venga o no de la logica resentida) SIEMPRE demanda un “sentido”.

El sentido que damos a nuestro sufrir es, en primera instancia y fundamentalmente, nuestro analgesico. Darle sentido a un sufrimiento nos calma, mas alla de si tal sentido es ilusorio, realista, racional, religioso, altruista, belicoso, politico, estupido, bizarro o poderosamente bello. Dar un sentido, un supuesto “para que” mientras estamos sufriendo, calma.

El sentido hace que el sufrir sea menos doloroso. Por eso siempre buscamos, ya no justificaciones ni genealogias al dolor, sino primeramente, un “algo” que prometa ponerle un reposo, un sosiego, un painkiller, que disminuya nuestra insoportable “algia” . Porque tambien digamoslo, algunos sufrires son simplemente insoportables, nos quiebran, nos parten, nos desbrujulan la funcionalidad.

How is this so?” you will ask. “How can it be?“


Sufrimos por errores?
Sufrir se trata de algun tipo particular de “leccion”?
Existe una conexión entre sufrimiento y conocimiento?
Si no todo sufrimiento es tragedia, es lo tragico siempre un modo de sufrimiento?
Que relacion existe entre verdad, ilusion, mentira y sufrimiento?
Es acaso la mentira y el engano lo que nos causa sufrimiento?
Pero acaso la verdad y su revelacion no es causante tambien de grandes dolores tambien?


Seguire con Williams explorando este modelo analgesico-farmacologico de comprension filosofica del sufrir a traves de la nocion de “dar sentido”, no porque apueste demasiado a el, sino porque justamente, como modelo para hacer mas soportable el dolor, tambien falla.


Y desde esa falla, tal vez haya lugar suficiente espacio vacio para seguir urgando.


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