Para Moni.
(encontre ese viejito y extenso poema mío
del que te hablé.
Contra toda regla,
aquí lo expongo
-fuga-no-makoto mediante-
amiga...)
(encontre ese viejito y extenso poema mío
del que te hablé.
Contra toda regla,
aquí lo expongo
-fuga-no-makoto mediante-
amiga...)
Cambio, renacimiento, cautividades, belleza, impermanencia. Ciclos. El paso de la crisalida a mariposa siempre me ha cautivado. Me maravilla. Me alecciona acerca de los procesos, las brevedades intensas, la vida como un constante reinicio. El maestro japones Matsuo Basho, considerado el padre del Haiku, consideraba que el centro de la creacion poetica se definia por la juntura que se trama entre la escritura y la vida vivida. Fuga-no-makoto, es la expresion bajo la cual se asoma la verdad poetica. No suelo pegar en este blog ninguna de mis poesias. Me causa una extraña timidez que no experimento cuando expongo otros modos escriturales. Probablemente mis poemas me resulten mi autentica casa, la unica casa no que tengo sino que llevo, o sea, mi cuerpo, o sea mi vida desnudandose entreletras, entreespacios. Y uno no se quita ni la ropa ni los velos frente a cualquiera. Pero en vistas de tratar de superar mis fobias anti-publicacion, va este largo poema en "cuatro tiempos" que escribi hace ya bastante tiempo atras.
____________
-I-
Duerme
la crisálida
su sueño
de postales en manojo.
Esteparia de las valvas encerradas
ha perdido ya hace tanto
la batalla aniquilante
de las formas
que apenas si sueña
con puntadas
que le enhebren
sus borrascas a la espera.
Ya entregada
va
peregrina
profana
insolente
hacia
la fábula muda
de su rama sin grafía
meciendo
con silencios de montaña
extravíos memoriosos
y nube rotas
en un mar de impresencias
que la duerme
que la arrulla
que la mata
que la nada
de esa muerte
donde morir no es muerte
pues es muerte
que muriendo la revive.
-II-
Crisálida,
desde abajo te abrazan
ya la tierra y su impureza
ya los seres
con sus penas
sus deseos
sus desdichas
y clamores
desde abajo te contemplan
ya los musgos
ya las piedras
que hechos lianas de hojarasca y tornasoles
poco saben de impaciencias.
-III-
Las marcas de tu lentocuerpo
porvenir
bordan huellas
sobre puentes no cruzados
mientras cabalgas
libre
sin saberlo
sobre una escolta de magas imposibles
dispuestas a cubrirte presurosas
con el manto robado
que encierra
los secretos del vuelo de tus alas.
-IV-
Y te rompes,
crisálida,
o te naces
por igual
hecha de quebranto
de pureza que se arroja
dolor que te eleva
y te elevas
y te elevas
y siento calambres de reír
y lejanías del bailar.
Te elevas,
crisálida,
apenas te elevas
tanto te elevas
por encima de tí misma!
Y soy la misma de aquel patio embaldosado
que me moldeó
uvaniñña
y huelo lo imposible
redondo
y me arropo de impudicia las manos
pequeñas
y de candor los labios
generosos
y no me detengo
viento
y alcanzo ojos
miradas tan tuyas
tan definitivamente mías
(...que más da
aquí
en esta estancia en la tierra de las memorias desatadas
saber cuánto ha sido tuyo
y cuánto mío...)
-V-
Crisálida,
¿qué hay de tí en mí
de mí en tí
de mí sin tí
de tí sin mí
qué hay de tí
de mí
hay de tí?
hay de mí?
Hay de mí... hay de tí!
Crisálida,
qué hay sino los rostros empañados
que respiran la inexorable brevedad de lo vivo
flujo
donde cada tiempo se conjuga en un punto
flujo
impermaneciéndolo Todo
flujo
vacuo
flujo
donde me miro
flujo
te miro
flujo
sin mirarme...
fluyo
fluída
¿Tú, me has visto
hecha un río
hecha sangre
hecha lágrima
hecha lava?
Sí.
Fuimos una
tú y yo,
crisálida,
víctimas lesas de la desesperación por la eternidad
plumas grávidas
flotando descubiertas
nutricias
esponjosas
atrapadas
malamente
voluptuosamente
por el palio nunca tardo de los sueños.
Sí,
fuimos
ínfimas gigantes
hedónicas hasta la inocencia.
Ninfas alquímicas de nuestro propio destino.
Atrapo
en mi silencio de Mnémesis
imágenes
en las que nos precipitábamos sin capullo de retorno
ni hebra, ni red
ni mañana, ni relojes
a hamacarnos lejos
lejos
más allá de nuestro reino de Penías.
Tú y yo,
Crisálida,
íntimas
semireinas colosales
abandonando
en puntas de pie
el despertar irremediable de ciertos espinos.
Ahora
alas rompiendo vuelo
veo
un jirón del jirón de lo que fuimos
agitando la inevitable finitud de lo bello
por entre el aire tiránico
que envuelve
cada noche
los relictos perdidos del sol.
Somos
lo que anhelantemente devora
en el último minuto
de la última partida
la última sequía
de la última ilusión
del último roce
de las últimas manos
de lo que ya no detiene
porque va siendo.
Somos tambien
un dejo de tristeza entre los dedos
por donde resbala
lo que ya no seremos.
Y aun así,
las noches siguen siendo celebración que no cesa.
Pero cómo decirte!
Amiga!
Estoy volviendo
de mi vuelo
o del tuyo,
Crisálida!
A tu instante vacío
llegaré
como tú lo hiciste al mío
cargando a cuestas el reflejo de mi gota danzarina
sobre un borrón despiadado de sal!
Llegaré.
Lo haré antes de que la marejada diluya los ultimos salares
llegaré.
Pero no esperes
no.
No
no me esperes.
No conjugues las tardanzas.
Las esperas nunca tienen demasiado sentido.
Y esperar es un vestido que nunca nos ha caído bien al cuerpo.
Tira la arena al mar!
Ahoga al tiempo en mi nombre.
Desaprende las rectas lineas del suceder!
Oxida las agujas con que teje la innombrable araña!
No.
No quiero el acecho vano que huele a lenta prórroga
ni la fe en el final del paréntesis.
Abracemos nuestros durantes.
Y si te aburre el entreacto
sólo juega con los dados de la demora
enhebrando vidas entreesperas
pues yo sólo anhelo
que ya nadie tenga que esperar
a un lado del camino de borrasca
lo que ni yo sé
haber sabido esperar
de toda espera.
Ahora
es.
Sólo hazte vuelo
y sé.
Duerme
la crisálida
su sueño
de postales en manojo.
Esteparia de las valvas encerradas
ha perdido ya hace tanto
la batalla aniquilante
de las formas
que apenas si sueña
con puntadas
que le enhebren
sus borrascas a la espera.
Ya entregada
va
peregrina
profana
insolente
hacia
la fábula muda
de su rama sin grafía
meciendo
con silencios de montaña
extravíos memoriosos
y nube rotas
en un mar de impresencias
que la duerme
que la arrulla
que la mata
que la nada
de esa muerte
donde morir no es muerte
pues es muerte
que muriendo la revive.
-II-
Crisálida,
desde abajo te abrazan
ya la tierra y su impureza
ya los seres
con sus penas
sus deseos
sus desdichas
y clamores
desde abajo te contemplan
ya los musgos
ya las piedras
que hechos lianas de hojarasca y tornasoles
poco saben de impaciencias.
-III-
Las marcas de tu lentocuerpo
porvenir
bordan huellas
sobre puentes no cruzados
mientras cabalgas
libre
sin saberlo
sobre una escolta de magas imposibles
dispuestas a cubrirte presurosas
con el manto robado
que encierra
los secretos del vuelo de tus alas.
-IV-
Y te rompes,
crisálida,
o te naces
por igual
hecha de quebranto
de pureza que se arroja
dolor que te eleva
y te elevas
y te elevas
y siento calambres de reír
y lejanías del bailar.
Te elevas,
crisálida,
apenas te elevas
tanto te elevas
por encima de tí misma!
Y soy la misma de aquel patio embaldosado
que me moldeó
uvaniñña
y huelo lo imposible
redondo
y me arropo de impudicia las manos
pequeñas
y de candor los labios
generosos
y no me detengo
viento
y alcanzo ojos
miradas tan tuyas
tan definitivamente mías
(...que más da
aquí
en esta estancia en la tierra de las memorias desatadas
saber cuánto ha sido tuyo
y cuánto mío...)
-V-
Crisálida,
¿qué hay de tí en mí
de mí en tí
de mí sin tí
de tí sin mí
qué hay de tí
de mí
hay de tí?
hay de mí?
Hay de mí... hay de tí!
Crisálida,
qué hay sino los rostros empañados
que respiran la inexorable brevedad de lo vivo
flujo
donde cada tiempo se conjuga en un punto
flujo
impermaneciéndolo Todo
flujo
vacuo
flujo
donde me miro
flujo
te miro
flujo
sin mirarme...
fluyo
fluída
¿Tú, me has visto
hecha un río
hecha sangre
hecha lágrima
hecha lava?
Sí.
Fuimos una
tú y yo,
crisálida,
víctimas lesas de la desesperación por la eternidad
plumas grávidas
flotando descubiertas
nutricias
esponjosas
atrapadas
malamente
voluptuosamente
por el palio nunca tardo de los sueños.
Sí,
fuimos
ínfimas gigantes
hedónicas hasta la inocencia.
Ninfas alquímicas de nuestro propio destino.
Atrapo
en mi silencio de Mnémesis
imágenes
en las que nos precipitábamos sin capullo de retorno
ni hebra, ni red
ni mañana, ni relojes
a hamacarnos lejos
lejos
más allá de nuestro reino de Penías.
Tú y yo,
Crisálida,
íntimas
semireinas colosales
abandonando
en puntas de pie
el despertar irremediable de ciertos espinos.
Ahora
alas rompiendo vuelo
veo
un jirón del jirón de lo que fuimos
agitando la inevitable finitud de lo bello
por entre el aire tiránico
que envuelve
cada noche
los relictos perdidos del sol.
Somos
lo que anhelantemente devora
en el último minuto
de la última partida
la última sequía
de la última ilusión
del último roce
de las últimas manos
de lo que ya no detiene
porque va siendo.
Somos tambien
un dejo de tristeza entre los dedos
por donde resbala
lo que ya no seremos.
Y aun así,
las noches siguen siendo celebración que no cesa.
Pero cómo decirte!
Amiga!
Estoy volviendo
de mi vuelo
o del tuyo,
Crisálida!
A tu instante vacío
llegaré
como tú lo hiciste al mío
cargando a cuestas el reflejo de mi gota danzarina
sobre un borrón despiadado de sal!
Llegaré.
Lo haré antes de que la marejada diluya los ultimos salares
llegaré.
Pero no esperes
no.
No
no me esperes.
No conjugues las tardanzas.
Las esperas nunca tienen demasiado sentido.
Y esperar es un vestido que nunca nos ha caído bien al cuerpo.
Tira la arena al mar!
Ahoga al tiempo en mi nombre.
Desaprende las rectas lineas del suceder!
Oxida las agujas con que teje la innombrable araña!
No.
No quiero el acecho vano que huele a lenta prórroga
ni la fe en el final del paréntesis.
Abracemos nuestros durantes.
Y si te aburre el entreacto
sólo juega con los dados de la demora
enhebrando vidas entreesperas
pues yo sólo anhelo
que ya nadie tenga que esperar
a un lado del camino de borrasca
lo que ni yo sé
haber sabido esperar
de toda espera.
Ahora
es.
Sólo hazte vuelo
y sé.
Mientras tanto
siempre estaré
hecha color y camino.
siempre estaré
hecha color y camino.
Gabi R.