No existe la solucion Oriental...
Lo invisible y lo inexistente se parecen mucho.
Delos McKown
Delos McKown
Hace tiempo declare mi critica (politicamente incorrecta, y si se quiere, antipatica) hacia el Dalai Lama. El hombrecillo me cae bien, de hecho pude verlo y escucharlo hace ya mas de 1o años en una agradable visita que efectuara el celeberrimo tibetano a Buenos Aires. Me inspiro, en aquel entonces, una mezcla de respeto y candor. Yo acababa de leer el "Libro tibetano de la vida y de la muerte" y una buena parte de mi curiosidad intelectual ya husmeaba entre los textos del budismo. Por supuesto que, ya en aquel entonces, mi mirada acerca del budismo estaba alerta respecto de aquello que con tanto acierto Nietzsche denomino "nihilismo pasivo".
Mucho tiempo despues -y muchas lecturas acumuladas en esa misma direccion- termine viviendo la experiencia de habitar la cotidianeidad del sudeste asiatico.
Si algo me faltaba en mi haber, era "completar" con una vivencia tal mis recorridos intelectuales.
Alli, los monjecitos anaranjados andar por doquier: en los shoppings, en las no-veredas de las caoticas calles, dentro y fuera de los templos, en las "estampitas" que los taxistas de Bangkok pegan en sus parabrisas tanto como aqui pegan las de la Virgen Maria o las de San Cayetano. Tambien fue alli, en ese pais declaradamente budista, que corrobore lo mas elemental: la religion budista es eso, una religion mas. No monoteista, por cierto, pero en tanto religion, es amante de la obediencia, doblemoralista en asuntos sexuales, implacable con asuntos referidos al respeto por las jerarquias, etc. Las contradicciones de los textos ahora eran palpables, reales, visibles.
Sigo con la lectura de Hitchens.
Su capitulo en "God is not Great" llamado "No existe la solucion Oriental" es rico en matices y señalamientos certeros acerca del budismo, hinduismo y otras versiones mas estilo Osho. El britanico escritor es duro: no compra ni la minima mentirilla piadosa de ninguna de las religiones o practicas espirituales new age.
El desprecio a la mente libre y a la individualidad del budismo le resultan imperdonables. Sus relaciones promiscuas con el poder, los feudalismos y la violencia (silenciada-negada-escondida-olvidada-omitida en la historia religiosa budica) tambien.
Veamos lo que el propio Hitchens destaca acerca del budismo tibetano:
“La especie humana es una especie animal sin mucha variación, y es ocioso y fútil imaginar que un viaje al Tíbet, por ejemplo, descubrirá una armonía totalmente diferente con la naturaleza o la eternidad. El Dalai Lama, por ejemplo, resulta entera y fácilmente reconocible para cualquier partidario de la secularidad. Exactamente igual que un principito medieval, no sólo reivindica que el Tíbet debe ser independiente de la hegemonía china –una exigencia “perfectamente buena”, si puedo escribirla en el lenguaje de la calle- sino que él mismo es un rey hereditario designado por el mismo cielo. ¡Qué conveniente! Las sectas disidentes de su fe son perseguidas; su gobierno de un solo hombre sobre un enclave en la India es absoluto; lanza absurdas declaraciones sobre sexo y dieta y, cuando viaja para recaudar fondos en Hollywood, designa como sagrados a donantes importantes del tipo de Steven Segal y Richard Gere. (De hecho, incluso Richard Gere sintió el impulso de quejarse un poco cuando Segal fue investido como tulku, o persona de gran instrucción. Debe molestar que superen tu puja en una subasta tan espiritual.) Estoy dispuesto a admitir que el corriente “Dalai” o lama supremo es un hombre de cierto encanto y presencia, al igual que estoy dispuesto a admitir que la actual reina de Inglaterra es una persona de mayor integridad que la mayoría de sus predecesores, pero esto no invalida la crítica de la monarquía hereditaria, y los primeros visitantes extranjeros en el Tibet se quedaron verdaderamente horrorizados ante la dominación feudal y los repugnantes castigos que mantenían a la población condenada a la servidumbre perpetua de una parasitaria elite monástica”.
Como lo menciona en el inicio del capitulo antemencionado Hitchens, una solucion mas blanda, al otro lado del Suez, es otra mentira mas.
Otro disfraz, esta vez anaranjado, para los compradores de "lo divino" dispuestos a no salir de la trampa comedial del espiritualismo religioso.
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