jueves, 29 de noviembre de 2007

Espíritus Libres... ahi vamos!

Hola a todos/as!!!


Desde la lejana Asia los pensares e ideas, lejos de entrar en estado de cesación budista, se continuan disparando y entretejiendo.


La razón (si es que alguna estrictamente enunciable hay) de este blog es, en principio, la de construir un modo posible de mitigar el ancho espacio físico que me separa en estos tiempos de la gente bienamada y de los/las co-pensadores/as con los que compartí horas de intercambio de ideas-discusiones-aprendizajes-descubrimientos.


Este blog va dirigido a cuanto Espíritu Libre haya dando vueltas por allí a fin de hacer del intrépido dibujo que traza el vuelo de nuestras existencias, una trama pasionalmente compartible.


La dimensión organizativo-apolínea de este espacio está por verse. En principio, de arranque, habrá un tema de discusión mensual, esta vez introduciendo algunas líneas de debate sobre ética aristocrática y construcción de sí.

Mientras, mando abrazos a los conocidos que se quieran sumar a la movida y un cálido "Bienvenidos..!" que hago extensivo a todos los que se arrimen al palenque del pensamiento !!!

7 comentarios:

Alejandra dijo...

Gabi ¡Buena idea!
Nos comunicaremos.
Alejandra Rudeschini

Gabi R.G. dijo...

Ale!!! Qué bueno que rompieras la virginidad del espacio para los comentarios!!! Sólo espero que te atrevas a "lanzar" tus ideas más seguido. Todavía me acuerdo de aquella bomba que arrojaste en el Café del Lector hace como tres años o más atrás sobre la pregunta de qué era lo que quedaba como lazo cuando se apagaba la frágil llama del amor-pasión en los dispositivos conyugales: "sólo quedan los propósitos" dijiste casi lacónicamente. Y la realidad dejó de respirar por un segundo...

Anónimo dijo...

La puta madre !!!
Hasta donde puede llegar una piba de barrio..
"Vivir poco, vivir mucho, poco importa...vivamos intensamente" CK

Gabi R.G. dijo...

Hola CK!!!
Espero tenerte seguido por esta especie de habitat virtual en el que me empiezo a mover... casi como si se tratara de otro barrio!!!
I miss you!!!!!!!!!!!!!!!
Más que nada extraño nuestras últimas largas charlas nocturnas en Azcuénaga... ah!! tiempos idos ya!!

Anónimo dijo...

Es bueno escribir lo que se pienza y es mejor escribir lo que se siente, pero es dificil ser libres de escribir lo que se ama, cuando uno es cautivo de sus ideas.

Gabi R.G. dijo...

Es bueno escribir lo que se piensa
y es mejor escribir lo que se siente,
pero es difícil ser libres de escribir lo que se ama,
cuando uno es cautivo de sus ideas.

Dice el anónimo de las 7:45…



Mi apreciadísimo anónimo de las 7:45:

Me he tomado el atrevimiento de reordenar impertinente y espacialmente tu comentario como si se tratara de premisas lógicas, para facilitarme una respuesta digna de lo que tu escritura trata de transmitir. Y debo decir que me he quedado más que un buen rato dándole vueltas al pensamiento que vertiste en este blog, pese a que en estos momentos tengo un poco de fiebre, he pasado una noche gripal, y tengo una angina que aumentó mis amígdalas a un tamaño desmesurado -impidiéndome prácticamente hablar- lo que no me impide afortunadamente ni seguir pensando ni escribir acerca de lo que siento y/o pienso. Por supuesto, esta aclaración personal sobre mi coyuntural estado de salud no será justificativo para lo que aparezca en los reglones que siguen.

A ver... déjame decirte que coincido básica y plenamente con las cuatro premisas, aunque me tomaré un tiempito para verter las siguientes aclaraciones (entomologizaré tus palabras por un rato sólo a fin de tratar de transmitir mejor cómo me ha resonado tu comentario, pero tengo en cuenta que tu comentario es pleno y válido en sí sólo dentro de su formato y su unidad, o sea, tal como lo escribiste). Hechas las salvedades, me gustaría reflexionar a la par de tus decires lo siguiente:

Claro que “es bueno escribir lo que se piensa", vaya si lo es!!! Escribir lo que se piensa colabora en varios planos distintos al trabajo diario de mantenernos en "estado" de análisis, de reflexión, de mirada hacia adentro del laberinto con varios Minotauros que es nuestro pensar. Obviamente escribir lo que se piensa es una herramienta de expresión, y expresarse por escrito es un ejercicio propicio para que un Ser ponga en signos lo que ronda en su cabeza, lo intente decodificar, traducir al lenguaje escritural. Esto saca transitoriamente y de manera desahogante de su mente por un tiempo, aquello que le bulle en el pensamiento... y en algunas cabezas bulle bastante aunque no siempre cantidad es calidad como bien se sabe. Desde este último punto de vista, escribir es un acto reordenante de ciertos desordenados pensares. Pero no siempre escribir clarifica ni clarifica a otros. Aún la escritura más diáfana y menos compleja puede “pegarle” al lector de esas palabras en lo misterioso, en lo enigmático, en lo que no es posible de se aprehendido. Con lo cual escribir lo que se piensa no garantiza que lo pensado sea siempre transmitible.


“Es mejor escribir lo que se siente”, dices. Bueno, acá estoy de acuerdo, con la salvedad de que pregunto si es posible, también, escribir lo que no hemos sentido nunca. Es posible escribir desde lo no-sentido... tú que crees? Más preguntas me acosan en este punto: Le restaría autenticidad a algo escrito, digo, es peor y no mejor escribir sobre lo que aún desconocemos cómo se sentiría? Sería acaso menos auténtico escribir sobre lo que no se siente? O sólo podemos escribir de acuerdo a lo que recogimos sensualmente como “sentido alguna vez”? Se puede escribir más allá de nuestras percepciones sensuales? Por otra parte, cuando el tiempo nos distancia de lo que hemos sentido, tal vez se produzca otro tipo de escritura. Quiero decir, tal vez, uno puede escribir fuera de la temporalidad y las condiciones de donde surgió inicialmente lo que ahora esté expresando. Nuestra escritura puede a veces coincidir o no con el momento casi exacto en que un sentir se produce (probablemente una poesía espontánea, una carta, un mensaje súbito y sincero a través del msn surgen de un estado de ánimo que casi confluye en el mismo momento-tiempo con lo que se escribe, haciendo indiscernible sentir-escribir pues en esos casos se retroalimenten al mismo tiempo. Pero mucho de lo que uno escribe fue sentido (ya no es sentido en el ahora, o es sentido menos cargado de esa emocionalidad radical que asoma sólo en el puro presente de un sentir). Incluso puede que uno escriba sobre aquello que no ha sido sentido aún pero se desea sentir, lo cual no le quitaría autenticidad subjetiva a lo escrito. Puedo escribir entonces algo que ahora mismo no estoy sintiendo, o algo que profundamente deseo sentir en algún momento (y sobre lo que incluso no sé que sentiría efectivamente si sucediese) sin por ello ser escritura "menos" sincera. Por ejemplo, pienso que si alguien ha sentido una profunda pérdida en su "alma, corazón, espíritu, cuerpo" (estas palabras siempre las tomo con unas pinzas que ni te digo...) pero lo que siente ya no es de la intensidad emocional que tenía en las primeras 24 hs. esa experiencia de dolor, y escribe sobre ello un año después recordando la pérdida y haciendo de ello una escritura, bueno, no es que no sigue sintiendo aquello sobre lo que escribe, pero ahora el dolor no está en “carne viva”, ahora la pérdida sigue siendo el dolor aquel, el mismo pero otro, su eterno retorno, pero en un plano de afectación que, al menos, no lo hará al escriba interrumpir constantemente la escritura en busca de un pañuelo. Es más, si sigo con la misma línea de ideas, uno podría sospechar que ciertos estados "sintientes" -esos tan poderosos que todos alguna vez tuvimos- son tan, tan, tan intensos que justamente no permiten que intermedie el signo, la palabra escrita (que ya es de por sí un modo de distanciamiento simbólico de la carne que siente, aunque a la vez la palabra intente expresar a ese cuerpo en estado crudo con su sentir). Por esto último, a veces lo que se siente es de una potencia tan desproporcionada que la palabra no puede ni asomarse al Ser, no llega a las teclas, no llega al papel, no llega al afuera del contorno de su cuerpo porque es cuerpo, está en el cuerpo, es algo que no puede aún dejar la piel y abandonarla un rato siquiera a cambio del supuesto beneficio distanciante que le daría la palabra. En tales ocasiones del sentir, la escritura no acaece, a pesar del intento de nuestra conciencia de reequilibrarnos y volvernos menos carne viva y más ser racional. Cuando se está en el puro presente de algunas sensaciones o sentimientos (no de todas/os, desde luego, pues no todo lo sentido comparte el mismo grado de intensidad) se hace casi imposible separarnos un poco de esa potencia que nos arrolla en lo sentido para intentar poner la palabra. Cuando logramos escribir sobre lo sentido intensamente, pues al menos algo está intentando darse paso en medio de nuestra conmoción. La palabra es casi casi, en esos casos particulares, un vehículo posterior al sentimiento que nos reestablece en nuestras funcionalidades racionales que quedaron “impactadas” por el desorden sintiente. Ahí, la palabra escrita es una sutura con respecto a la funcionalidad que suelen hacer perder las grandes conmociones a que nos somete el sentir.


Pero es difícil ser libres de escribir lo que se ama. Ayyyyyyy!!!!!!!!!!!!!!! Ese talonazo de Aquiles que es el amor!!!!! Bueno, pero valga bien la pena que estés evocando a Eros, a Afrodita, al desconcertante y multifacético amor. Es bien cierto lo que decís, en primer lugar porque el amor encadena -nos guste o no reconocerlo- nos retorna a una condición de esclavos que es muy difícil de soportar y sobrellevar sobe todo para un alma noble. Un alma noble, aristocrática en sentido homérico, es un alma que no se arrodilla, que no mendiga, que detesta pedir, que imparte reglas, que es Amo y señor de sí. Por ello reconocer la esclavitud y cierta “solicitud” dependiente en que nos ubica amar es un gran desafío para los espíritus libres. Por un lado Amar (así, cuando se lo vive y experimenta con mayúscula, pues hay amor en minúscula también) nos posiciona en la intensidad de la vida, en sentir la potencia de los sentimientos desbordantes en lo que estar vivo es una fabulosa afirmación. Pero como Eros nació hijo de la plenitud-exceso y de la carencia-mendicidad, paseamos en estado de vértigo sentados en la hamaca del amor. Quien puede sustraerse al placer de lo pleno… lástima que en la primer desgarradura impostergable aparece la mano temblorosa que siente la inermidad y el vacío de la falta. Escribir sentados en esta hamaca que vuela alto y de pronto nos amenaza con dejarnos sentaditos en el llano suelo de nuevo no parece ser cosa fácil. Eventualmente escribir en intersección con lo amoroso es a veces impracticable, o ingobernable, o nos deja insatisfechos porque nunca llega uno a poner en exacto estado de concordancia el signo-palabra con el sentimiento amoroso. Y para colmo lo amoroso nos ronda en muchos formatos diferentes a lo largo de la vida y uno "sabe" (por decirlo de algún modo) que es y no es lo mismo escribir sobre el amor materno que sobre el amor a la patria, el amor a una mujer o el amor a un hijo, el amor que algunos sienten por su equipo de fútbol o el amor-pasión que une a dos seres corporalmente en una burbuja atemporal mientras sus cuerpos se entremezclan ajenos al espacio y a la razón. Todos estos fractales de amor son lo mismo y lo diferente, sin molde sustancial previo del que derivar pero fractales al fin. Yo he amado profundamente y lo sigo haciendo en varios de los "formatos" en los que el amor se me ha presentado o se me presenta. He deseado-querido-pensado-tratado escribir libremente sobre el amor y me he sentido siempre a bastante distancia de manifestar exactamente lo sentido. He sentido la libertad total de escribir sobre lo sentido y sobre lo pensado acerca del amor, he tenido las puertas abiertas de la escritura y las hojas de la ventana de la experiencia de par en par frente a mi, y finalmente he escrito sobre el amor, pero siempre a costo de “dejar” afuera algo que se escapa a la libertad de condiciones, a la libertad interior, a la libertad de expresión. Ese algo que se escapa más allá de la libertad. ¿Qué se escapa en la escritura sobre lo amado? Pues la sensualidad inexpresable que nos liga a lo que amamos.

El amor parece ser un caso complejo en el que entra la desmesura de los sentidos (pasados o presentes, e incluso lo que uno desea como sentires y/o anhelos futuros), la pasionalidad siempre desbocada e irreverente por definición que nos pone en estado de no racionalidad o de poca de ella, y la lucha de nuestra conciencia por devolvernos a nuestro eje cartesiano. Y cuando se arman esas mezclas tan “amorosas” entre lo sentido, la pasión, y la potencia del cuerpo, bueno, bueno, creo que está medio frito porque la racionalidad queda muy disminuida, debilitada o llevada a su mínima capacidad. Y como la palabra escrita es un organizador lógico-racional, si la razón se encuentra puesta en jaque, se vuelve complicado explicar iracionalidades a traves de los signos del lenguaje. Por todo esto, por esta incompatibilidad estructural entre razón y pasión, entre razón y amor, entre razón y sentir es que, por más que uno se lo plantee libremente, se hace difícil escribir desde-sobre-en-a partir de lo amado. Pero como somos seres perseverantes, y hasta tercos en ciertas ocasiones, el universo de la escritura está bastante superpoblado de escritura de amor, sobre el amor, en estado de amor, merodeando el amor. Claro que, al menos para mí, siempre habrá un sabor a "no alcanza" cuando se traduce a signos lingüísticos lo amoroso.


Pero tu oración última no está cortada, sino que se presenta como un continuum que prosigue diciendo: pero es difícil de escribir lo que se ama, cuando uno es cautivo de sus ideas. Acá sí que termino por pensar más que con escepticismo, con cierta tristeza, pues es cierto que por más libertad que uno se plantee en la escritura, por más noble alma que intente el camino de escribir, uno sigue cautivo. Y no me parece ingenuo que utilices esa palabra, pues es más demoledora que esclavo. El cautivo al que aludís está preso en la cárcel de sus ideas. Debe pelear por liberarse de ellas si es que quiere realmente expresarlas con libertad. No se trata sólo de ser esclavo de las caoticidades interiores, o de los sistemas de creencias sociales, o engranaje anónimo del un modo de producción material y de subjetividades determinado. Hay como dos frentes abiertos: el de nuestros varios planos de esclavitudes y el de los que nos vuelve cautivos. Me reservaré para otro intercambio que ojalá se produzca contigo las contingencias de intentar “liberarse” de la enfermedad de las cadenas (lo digo en términos nietzscheanos porque reconozco estar cautiva de algunas cuantas de sus mejores ideas). Liberarse, siguiendo al filósofo de Röcken, es una tarea interminable, pues los eslabones siempre pueden reconstituirse, por lo que ya es bastante trabajoso saber acabadamente de qué deberíamos liberarnos: de nuestras ideas, si es que ellas son insinceras con respecto a lo que realmente somos-creemos ser y nos direccionan el librepensar de manera errada para con quien “deberíamos llegar a ser”, de nuestros prejuicios si es que ellos nos predisponen a distorsionar severamente y/o a diario la percepción de lo real, de las creencias imbecilizantes si es que ellas nos hunden de pleno en la inautenticidad como modo de existir, de las mentiras sociales si es que ellas nos hacen obedecer desde el padecimiento y la depotenciación… podría seguir desde luego enumerando “tipos” de eslabones y por ende tipos de cadenas, pero con estas hay bastante ya para “bailar”.

Las ideas podrán provenir de lo que sedimentamos de ideas de otros. Incluso parece bastante comprobable que uno toma, selecciona, sólo las ideas que le “cierran” con la propia vida, con lo experimentado, con lo padecido, con lo ha sentido como placentero. Nadie puede beberse todas las ideas existentes e incorporarlas a su mapa de pensamiento. No sólo por una imposibilidad debido a la extensión del universo de las ideas, sino porque esté en funcionamiento constantemente este filtro selectivo que es netamente singular a cada existenciario, a cada individuo. Ahora bien, si estas ideas ajenas que “salieron” de la mente y la escritura de otros (pues no son propias, no han nacido de nuestras propias percepciones y experiencias sensuales, y en este sentido digo que son “ajenas”) toman en control de nuestras opiniones y decires, bien, eso es estar cautivo. Esto es ser una marioneta, esto es más que una forma de esclavitud, es una forma de estupidez. Pero el mundo, mi querido anónimo de las 7:45 se encuentra en estado de hacinamiento con respecto a la población de ejemplares imbéciles (o imbecilizados, de acuerdo a cuánto cada uno juzgue que es el rol de los modos de moldeo cultural-socio-económico-político de las subjetividades). La universidad es un buen ejemplo de esta superpoblación de marionetas bien entenadas para magistralmente exponer su cautividad y hacer de ello un éxito profesional. Las ideas propias, las singulares, las que osa patear el tablero (y los traseros) de las eminencias vigentes o momificadas son menos recompensadas, por no decir aisladas como casos descarriados de . Pero a estos ejemplos de recompensar al ventrílocuo de ideas ajenas se los puede rastrear en diversas instituciones, en la calle cuando pide opiniones a los ciudadanos comunes, o en un equipo de científico. El asunto entonces es nos sólo de qué habría que librarse (o no bajar la guardia mientras se pueda) sino también “para qué” hacerlo. Dejo esto último abierto a ser pensado.

Bueno, la mañana resplandeciente de Bangkok contrasta imponentemente con mi estado de salud, por lo que dejaré este comentario a tu comentario aquí, esperando que continuemos en algún momento con tan rico intercambio de pensares.

Un saludo agradecido y un respetuoso Sawadee (así se saluda cordialmente en estas tierras tailandesas…)

Gabi

Jorge Muzam dijo...

De atrás paelante, se suele decir en Chile. Hay tiempo y ganas y mucho interés para empezar este recorrido, como un David Carrodine en el desierto.

Un abrazo grande, Gabi.