Infancia
"Puedo decir que he tenido una infancia cuya simpleza privilegiada
me permitió sólo dedicarme a ser
nada más que una niña"
(Volver a Monet). Cuando era una niña creía -seriamente- que los lugares monetianos y los estados estéticos concomitantes a sus pinturas de verdad existían. Firmemente lo creía. Lo sentía. En todo el cuerpo. Mi abuelo carpintero tenía un libro en su galpón de trabajo, un libro del que nunca a mi memoria parece haberle importado el título, pero entre cuyas páginas llenas de jardines impresionistas yo me escurría como agua. Era cuestión de crecer, volverme más alta, hacerme una valijita y volar por el enigmático mundo exterior dispuesta tercamente a encontrar esas bellas realidades. Con el tiempo descubrí que la creencia en ese clima plácido, colorido y vital del ojoalma se llama "Infancia". Por eso será que siempre es bueno volver a Monet.
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