sábado, 17 de septiembre de 2011

Amores y amares





Amores y amares




"Somos capaces de amar a más de una persona al mismo tiempo"

Helen Fisher





En una charla magistral que diera hace tiempo atrás mi querida y admiradísima Helen Fisher, suelta una serie de afirmaciones fuertes y perfectamente argumentadas acerca del amor romántico, el sexo y el apego a una pareja estable.

Apoyada en la razonabilidad de la ciencia, Fisher explica las lógicas de los procesos amorosos (siempre así, en plural, pues el amor es en estado múltiple) munida con las armas afiladas de la biología evolucionista, pero sin descuidar la mirada antropológica combinada con los datos ineludibles de la cultura y la vida misma. Fisher no sólo explica. Asombra, provoca, da que pensar.





-El humano (demasiado humano) animal amoroso

Con qué nos provoca la antropología biológica de Fisher? Nada menos que con estas inquietantes afirmaciones:

-Avanzar hacia el pasado
-Abandonar la political correctness de suponer una ideal igualdad entre hombres y mujeres.
-Apelar al cerebro y su maravilloso funcionamiento para re-pensar las diferencias que el "cableado" evolutivo nos ha dejado impreso en nuestros comportamientos amorosos y sexuales.
-Pensar en el lugar y papel que juegan el lenguaje y la palabra femenina en la estructuración de estas diferencias de género.
-Analizar en qué consisten las interacciones entre los tres sistemas cerebrales: lujuria, amor y apego.
-Establecer modos de interacción y de autonomía de estas tres vías por donde transitan nuestros amores y amares.


Sí, "somos capaces de amar a más de una persona al mismo tiempo".

Fisher concluye que el animal humano no esta “programado” genéticamente para ser feliz, sino para reproducirse. Suena fuerte…




-Hilos de oro, hilos de baba

Sin embargo, también nos habla de la belleza de sentirse inexorablemente atraído hacia esa extraña proximidad misteriosa que constituye el "otro", del dislocamiento subjetivo que se produce cuando esa otredad empieza a ser sentida súbitamente como "amable", "deseable", "apareable".

El milagro amoroso no es en absoluto un asunto de intervención metafísica divina. La magia del amor es verdaderamente magia cuando el hechizo es tal que abandonamos de a ratos la razón, el orden, la grisácea cotidianeidad y nos contemplamos como envueltos en una nube de sinsentidos... pero alquímicamente renovados, alados. El resto es truco barato. Velas e inciensos ambientales que sólo demuestran una no muy ingeniosa (ni original) elaboración de las estrategias de seducción, doblez teatral donde no tarda en percibirse la escenografía de lo mágico sin poder llegar plenamente a ser real magia amorosamente transformativa. Pero a la gente le gusta mentirse y que le mientan por un rato. Esta predilección por los fueguitos de artificio simplemente muestra el humano gusto por los autorelatos insinceros, y más profundamente, deja en evidencia que la mayoría de los mortales no soporta el vértigo desordenante del amor radical. Entre comprar cada tanto las baratijas del "amor como sí", y afrontar los costos del violento movimiento sísmico que produciría entregarse de lleno a un estado de enamoramiento seguramente perturbante... la gente suele preferir volver a la cueva de los artificios, ser una sombra bajo las tranquilidades embalsamadas de sus no muy variados "como sí", o cada tanto jugar al acto pseudomágico del encuentro sin auténtico hechizo conmovedor. La opción del amor es realmente tal cuando viene acompañada de una caída libre en el abismo del enamoramiento y fuerza en su arrastre vertiginoso a revisar la vastedad de cotillones con que se ha disfrazado hasta ese momento el tedio, la decepción, la inautenticidad. Amar requiere coraje.

Enamorarse plenamente es un fenómeno ciertamente infrecuente.
Raro.
Perturbante.
Volcánico.
Amar, como radicalidad afectiva, es una compleja combinación de anzuelos que el enamorado mismo desconoce pese a estar capturado por sus narcotizantes efectos.

Hay seres enamoradizos, por cierto. Pero la entrega a un amor fuerte, desestablizante, conmocionante (y por eso mismo, potencial lazo en que se proyectan deseos vitales claves para un devenir ascendente -spinozianamente hablando) no se encuentra a la vuelta de la esquina. Ni siquiera es simple de hallar para los coleccionistas de citas y gimnastas en el arte de enumerar conquistas en serie. Que el sexo sucede sin apelación al amor, no es novedad, pero también deberíamos detenernos a pensar si es que el amor no puede suceder sin una atracción sexual de forma y fondo. Somos primeramente animales sexuados, y por suerte en algunas maravillosas ocasiones, nos sucede ser amorosamente sexuados, pura y amorosamente sexuados.

Como sea, no es nada simple ni frecuente hallar un otro a quien "recortar” como ser singular de entre muchos otros posibles, y que todos nuestros sentidos caigan allí desbordadamente enamorados. Amar es pender de un hilo. Los hay de oro. O de frágil y breve baba...





-Inmorales conclusiones

Llevo mucho tiempo (años ya) leyendo los trabajos fisherianos. Sus libros, sus investigaciones, y ahora escuchándola con gran atención desde esta cosa fantásticamente conectiva que es Internet en donde se pueden oír muchas de sus conferencias y charlas las cuales también constituyen una fuente suplementaria de información reflexiva, científica y a la vez sensible para entender el territorio del amor.

Considero que Helen Fisher es quien más ricamente aporta sustento argumental para eso que he intentado despuntar en mis seminarios sobre “Amores Multiples”: esto es, amar, desear sexualmente y apegarse a un compañero en un team reproductivo para cuidar nuestras preciadisimas crias humanas no coincide exactamente en el mismo y único ser.

Podría desprenderse así el siguiente decálogo de a-morales conclusiones:


1) Se puede amar a un ser, aún cuando los deseos se hallan languidecido.

2) Se puede desear sexualmente sin por ello tener ningún sentimiento de apego de pareja.

3) Se puede desear a alguien y amarlo, sin apego de pareja

4) Se puede experimentar apego de pareja sin que halla fenomenología de "enamoramiento"

5) Se puede amar a un ser con inmenso apego de pareja, pero sin lujuria sexual alguna

6) Se puede amar a un ser, y desear a otro simultáneamente

7) Se puede desear a alguien sin experimentar "amor"

8) Se puede amar, desear y apegarse a un mismo ser

9) Amar, desear y apegarse pueden ser experiencias que se vivan simultáneamente con distintas personas

10) Puede que no se ame a nadie, ni se desee a alguien, ni se viva apegado a alguien en ciertos períodos de la vida.


Como se puede apreciar, esta independencia y a la vez interconexión que puede producirse entre deseo, lujuria, amor y apego desordena sin compasión el esquema amoroso tradicional que hemos heredado de la modernidad y su mito romántico hegemonizado. No es que lo destruya ni lo niegue. Por el contrario, pone en juego el amor romántico como uno de los modos de amar que puede o no combinarse con las otras formas amatorias. Lo que sí hace es pegarle una regia patada en el trasero a los moldeos moralizantes en torno a los cuales se nos ha inculcado "una" forma pretendidamente validada de amar que invalida otras. Vuelvo al título de aquellos mis queridos seminarios: "Amores Múltiples - De la fidelidad moral a la ética de las lealtades".




-Variaciones amorosas, amorosas variaciones

Nuestra biologia (y la evolución de millones de años de los tres circuitos cerebrales “sexo-amor-apego”) no está diseñada para hacer coincidir en una sola persona esta triada. Cuando coinciden estamos ante una vertiginosa y casi increíble lotería de la existencia. Sucede, claro que sucede! Pero muy pocos incluso se quieren anoticiar de que tienen el boleto ganador a mano aunque la bioquímica del enamoramiento los sacuda! Y es que siempre hay armas silenciadoras de las propias pasiones. Siempre hay bridas a mano en aquellas almas que no cuentan con la audacia suficiente como para caminar en campos minados. Siempre lo abismal de un "acontecimiento amoroso" desorganiza temerariamente los delicados órdenes que costosamente inventamos para sobrellevar el caos interior... y a veces no se puede o no se quiere lidiar con los llameantes excesos e irracionalidades varias que promete el vendaval de afecciones de una abrasadora pasión en gestación. 

Vivir un gran amor es transmutante.
Pensar el amor en clave fisheriana es desafiante.

Aquí he bocetado mis particulares y “borradores” de resonancias acerca de las conclusiones con las que he de lidiar ante el planteo de Fisher, que no por apoyado fuertemente en la biología es reduccionista en lo más mínimo:

a) Los humanos no somos seres naturalmente monógamos.

b) El “amar múltiple”, tal como lo he denominado, es el estado de mayor expresión de lo que auténticamente “puede” la potencia de un cuerpo.

c) Podemos "amar múltiplemente" a un mismo ser, en tanto ese ser posea concordantemente múltiples anzuelos amorosos que mantengan al amor en constante atracción (física, intelectual, erótica, psíquica, etc.).

d) La perfecta salud, como estado de sobreabundancia de nuestras fuerzas vitales (me paro ahora en basic Nietzsche), no conduce justamente a restringir ninguno de estos tres circuitos, sino a animarlos y estimularlos desde la experiencia y la experimentacion existencial. Lo que la perfecta salud amorosa no predice es la unificación de amor-deseo-lazo sobre un sólo y único ser. Puede que acontezca o no.

e) Las combinatorias abiertas que supone este soporte cerebral que todos poseemos inspiran naturalmente a amar, sexualizar, reproducirse, apegarse a un ser único para cuidar la vida en común... por un tiempo.

f) Alguno o algunos de estos circuitos puede –y suele…- independizarse perfectamente de los otros dando lugar a que uno de los modos (el apego, el deseo, o el amor) fluya hacia otro ser.

e) Así, podemos amar a la madre/padre de nuestros hijos sin que ello implique lujuria sexual. O se puede tener una pasionalidad feroz por alguien con quien jamás decidiriamos formular siquiera la idea de “formar una familia”, y así (dejo en este punto a cada quien que arme todas las variantes que se desprendan de esta combinatoria abierta).

Si me preguntan qué prefiero? Indudablemente me inclino por la proyección sobre un mismo ser de la pasión deseante, el apego a largo plazo y el amor romántico. Es lo que se podría llamar una lujuriosa monogamia. Pero también sé que mi preferencia inclusiva de los tres circuitos no es la que se escucha en los relatos de soledad, de traición, de tristeza, de insatisfacción, de engaño, de frustración, de dolor que pueblan el aire discursivo que se teje en los divanes de los analistas...





-La siempre molesta pregunta por el "Ideal"

Será entonces esta conjugación de la tríada amor-deseo-apego un ideal temporal, cuando no directamente un ideal inhallable?

Los dejo con esta pregunta que, francamente, no me he respondido en forma precisa aún. Pero también los dejo con la pedagógica charla de Helen Fisher para tratar de desenredar la madeja... o enredarla inteligentemente un poco más para aportar a futuros desenredos. La charla está en inglés, pero si quieren ver los subtítulos en español, hay un botoncito que dice “View subtitles” y les aparecera un menú de opciones de idiomas, cliquear en “Spanish”, y podrán leer simultaneamente con la conferencia.



I'm just simply saying that a world without love is a deadly place.

Simplemente estoy diciendo que un mundo sin amor es un lugar muerto.



... I will end by saying that millions of years ago, we evolved three basic drives: the sex drive, romantic love and attachment to a long-term partner. These circuits are deeply embedded in the human brain. They're going to survive as long as our species survives, on what Shakespeare called “this mortal coil”.
... terminaré diciendo que hace millones de años, evolucionaron tres impulsos basicos: el impulso sexual, el amor romántico, y al apego a una pareja de largo plazo. Estos circuitos están profundamente integrados en el cerebro humano. Y van a sobrevivir tanto como nosotros sobrevivamos como especie, es lo que Shakespeare llamo "este trajin mortal".











Video from TED: Talk : Helen Fisher tells us why we love + cheat
http://www.ted.com/talks/helen_fisher_tells_us_why_we_love_cheat.html

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