domingo, 26 de julio de 2009

Neotenia – O el elogio de la inmadurez



Neotenia – O el elogio de la inmadurez


(Para mi amigo, Emilio Achar...)




"Los ojos de los axolotl me decían de la presencia
de una vida diferente,
de otra manera de mirar”.

Julio Cortázar
“Final de juego”



"La madurez del hombre
es volver a encontrar la seriedad
con la que jugaba cuando era niño."

Friedrich Nietzsche





1- La inmoralidad de la madurez


Fuera de la concepción evolutivo-biologista -innegablemente cierta- que asevera que nuestro soma y sus funciones se desarrollan a traves de un largo proceso llamado "crecimiento", madurar es una nocion esquiva y sospechosa. Crecer, desde una perspectiva de desarrollo seria comprender que nuestras vidas estan perimetradas en terminos de -como declarados bichos que somos- "nos adaptamos, nos modificamos, alcanzamos una suerte de ´esplendor de nuestras funciones´, yendo al mismo tiempo y sin remedio hacia un declinar, un envejecer gradual de esas mismas funciones y celulas, y finalmente morimos con la rotunda cesacion de la actividad de todo lo anterior". Pero en vistas de que esta procesualidad tan intensamente compleja en la maquina humana es mas un entrecruzamiento de planos y menos un discurrir lineal de la biologia, cuando se mira esto desde su real integralidad (solo habia considerado en lo anterior la dimension de la pura somaticidad, pero bien sabemos que entran en juego en ese "crecer" innumerables factores psicologicos, sociales, economicos, existenciales, etc.), no puedo sostener la certeza en ideal alguno de madurez.


Siendo la madurez el supuesto término valorado como "adquisicion" por su positividad, lo inmaduro vendría a ubicarse como el negativo dis-valorado en donde se apiñarian los incapaces de alcanzar tal solemne estadio. Introducida asi la fuerte intervencion del mandato socio-psicologico en este asunto de la madurez, la cuestion me huele mas a problema moral que a modelo-aspiracion humana a la que apuntar dignamente desde la arquitectura de Sí mismo. En consecuencia, la palabra “inmadurez” carece para mí de total significado y validez representacional cuando se la aplica a las vicisitudes del devenir humano. Lo diré más claramente aún: me importa un bledo la madurez!



Se ha hecho de este absurdo mandato que dice "Madura!" una coerción inquisitorial sobre nuestras inclaudicables libertades y autonomía. Puro asunto del fingimiento. Bajo el velo inautentico de este mandato tan valorado en la discursividad social disciplinante de nuestras subjetividades, muchos ocultan sus actos "inmaduros" por ser éstos impresentables e incongruentes con la imagen de adultez y crecimiento que se exige desde los altavoces adaptativos (familia, escuela, religion, trabajo, profesion foman parte de las principales voces discursivas que imponen la madurez como meta subjetiva). Madurar es prerequisito social para la inclusion, el exito, la confianza social. Muchos se disfrazan hipócritamente de maduros, e incluso hasta hay quienes ciegamente creen –serios y posturalmente derechos- que “son” maduros, que han hecho de ese supuesto logro moral un acto ontológico. Para los más creídos en su propia madurez, incluso, madurar no es ni siquiera un work in progress sino una rotunda meta de llegada a partir de la cual, se Es –finalmente y adecuadamente- maduro.


La madurez mandatada no es más que un ideal social regulador al servicio de la “correcta” adecuación de los individuos al engranaje de lo normativo. Se demuestra que se es maduro, conjuntamente con la demostracion asociada de responsable, confiable, sensato. La madurez, diriamos con Nietzsche, es un valor inherente a la pesadez. Observemos sino, la chorrera de expectativas conductuales moralizantes (esclavistas y teñidas de resentimiento) que se derraman del “ser maduro”:


-correcto manejo de los impulsos
-acotamiento y control de la pasionalidad
-predominio de lo racional por sobre lo emocional
-alejamiento y severo cuestionamiento de los caprichos
-independencia económica
-seguridad personal
-no hay lugar para la vacilacion
-realización exitosa de metas en lo laboral y/o profesional
-compromiso afectivo sostenido y apuntando a la durabilidad de los lazos de pareja
-proyección y realización reproductiva
-estabilidad vincular
-circulo afectivo constante
-control de los apetitos concupiscentes
-adecuado manejo de las reglas de circulación social
-definición claras y precisas de metas y medios para el alcance de las mismas
-identidad definida y poco cambiante


En sociedades disciplinarias como las nuestras, todo desvio de estas expectativas será reprochable (reproche que se vehiculizara a traves de algunos de los actores sociales en los que se encarne el control del cumplimiento de este ideal, o mas sencillamente, a traves de nuestro escrupuloso censor, el Super Yo).

La mayor parte de las veces se suele engarzar –de manera rotundamente tramposa, sino declaradamente falsa- el crecimiento a la madurez. Quien crece sin madurar "anda por la mala senda". Madurar se asocia al abandono de los ímpetus e impulsividades deseantes, las cuales quedaran casi por regla, circunscriptas a las recordables y perdidas intrepideces propias de la juventud. Madura quien empieza a dar testimonio por adelantado del decaimiento de sus nomades juegos deseantes. Si firmar la partida de defuncion de los deseos, enjaular las pulsiones restringiendolas a lo aceptado por la normalidad, perder las alas del vuelo libertino son la santisima trinidad en la que se basa la exigencia madurativa de un individuo, pues madurar es una rotunda inmoralidad contra las fuerzas ascendentes de la vida.


Madurar se trataria asi, de un ejercicio subjetivo en el que el asunto consistiria en acumular puntaje pro-madurez marcando los ítems mas arriba mencionados, un score que haría llegar a un individuo a un estado de maduración propicio. Y curiosamente, ser maduro coincidiría con lo que el biopoder denominaría, un ciudadano medio: internaliza libretos de expectativa social, cumple sus obligaciones, acepta sus deberes, agacha la cabeza, aprende las reglas del fingimiento social, produce, reproduce, muere. Fin de la pieza.




2- Al rescate de la animalidad


Como un camino desestabilizador de este anudamiento moral que es la madurez, aparece la posibilidad de pensar desde nuestra estricta condición animal, pues en definitiva, eso somos. Suelo llamar a esto, de manera global, "rescatar la animalidad".


Desde un planteo contrario a todo este emparejamiento forzado entre etapas vitales post-juveniles y supuesta madurez, quisiera introducir la idea de neotenia. Quizá a partir de este infrecuente vocablo se pueda mirar la cuestión de la Construcción de Sí mismo más allá del falso dilema valorativo y triste dicotomía moralmente establecida a que nos dejaría atados el par “maduro-inmaduro”.


Neotenia, expresión proveniente del griego neo- ( joven) , y teinein ( extenderse, prolongar).

Lógicamente que no estoy pensando en una prolongación de la juventud: no se trata del fenómeno de adolescentización social, no se trata tampoco de técnicas de negación del envejecimiento celular, no se trata de botox ni de efectistas cremas antiarrugas, ni tampoco de revertir la ley de la gravedad que irremediablemente tira hacia abajo carnes, curvas y narcisismos, no se trata de Viagra, ni de cuentos de Neverland, tampoco de implantes “pelo por pelo”.


La neotenia es un término que proviene del campo de la biología evolutiva del desarrollo (informalmente llamada también evo-devo del inglés evolutionary developmental biology) en la que se compara el proceso de desarrollo de los organismos tratando de establecer las relaciones filogenéticas de los mismos. Para la biología evolutiva del desarrollo, evolucionar estará vinculado con los cambios en los procesos de desarrollo, y utilizara un marco multidisciplinar para llevar adelante sus análisis, marco en el que confluyen desde la genética evolutiva y del desarrollo, la morfología, o la paleontología.

Veamos algunos ejemplos neotenicos.
Se ha dicho que los grandes simios poseen rasgos neoténicos por su cráneo redondeado y elevado, con la cara proporcionalmente pequeña y el "hocico" no protuberante. Estas descripciones en base a las cuales paleontologos como Stephen Jay Gould sostienen que los humanos son especies neoténicas en comparación con sus parientes cercanos como el chimpancé acercan la hipotesis neotenicas a los humanos. Se trata por el momento de una tesis, veremos. Pero no quiero enredarme entre las redes de los debates de tesistas. Tomemos ahora a Paolo Virno, lejano del mundo microcelular y de la medicion de craneos. Virno, tambien nos presenta, por su parte, una definicion de la llamada neotenia humana, a la que caracteriza como como un proceso que daria cuenta de "la inestabilidad de nuestra especie y también la necesidad de un aprendizaje ininterrumpido. A una infancia crónica le corresponde una inadaptación crónica, que deberá ser mitigada cada vez mediante dispositivos sociales y culturales.” Digamos asi, que para Virno, somos seres inestables (suscribo a ello y, valga el juego de palabras, Ello tambien suscribe), en estado de educacion continua, que aprendemos de manera constante... me digo aqui: que es esto sino una breve descripcion de la porosidad aprehendiente de la niñez? Mi viejo profesor de la UBA-Psicologia, José Töpf emplea la palabra neotenia en el programa de la asignatura Psicología General, Cátedra Segunda. Deja planteado el concepto de neotenia dentro de la hipótesis del surgimiento de lo específicamente humano, el proceso de fetalización de la especie y el fenómeno de indefensión original del sujeto. En estos terrenos “Psi” Donald Winnicott, por su parte, sostenia que “El triunfo lo constituye el logro de la madurez a través del proceso de crecimiento, no la falsa madurez basada en la fácil personificación de un adulto. Esta afirmación encierra hechos terribles.”


Asi, para la psicologia, al menos para ciertas corrientes y pensadores, somos neotenicos en la medida en que nacemos inmaduros y necesitantes de un entorno-Otro que nos de sustento, algo que pareciera no solo definir los inicios de nuestra vida psiquica y cognitiva, sino todo el resto de nuestro trayecto vital.




3- La sabia metáfora de los Axolotl


Me gusta Cortázar. Mucho. El Axolotl de Cortázar y/o su personaje plantea el juego de quien mira-es mirado a traves del cristal del acuaterrario del “Jardin del Plantes”. Rescato aca, dentro de ese relato fantástico, a estos curiosos y bellos bichitos cuya especie se considera como caso más ilustrativo de la neotenia. Veamos mas de cerca a los Axolotls...


Los Axolotl (o Ajolote -Ambystoma mexicanum- del náhuatl Axolotl para el que debere algun dia desambiguar su traducción como "monstruo acuático" o como “perro de agua”) son una especie acuática de salamandra que conserva en su fase de adultez los rasgos que en otras especies de salamandra aparecen en la fase de larva. Digamos que, en la neotenia de los axolotl el desarrollo fisiológico o somático de su organismo se ralentizó, o sea, se hizo más lento.


Ralentizarse. Una expresión para mantener en la mente y ahondar en sus implicancias existenciales. Por qué? Aún no lo sé con total certeza. Probablemente intuya la vecindad asociativa de esta expresión con la desaceleracion, con la lentificacion, con la “temporalidad meditativa”, con la disminución de las ansiosas velocidades con que (mal) nos exigimos movernos por este existir. Intuitiva y casi caprichosamente, ralentizarse es una habitabilidad idiomática en la que place demorarme.


Los axolotl son, para la biología genética y la zoología un interesante ejemplo de fenómeno neoténico. La neotenia, como fenómeno biológico, implica así, el mantenimiento de algunos aspectos de la fase larvaria durante el estado adulto de un animal. En la mayoría de los anfibios, más precisamente en los denominados Urodelos como en axolotl, puede observarse así la presencia de neotenia. En el caso del axolotl no se trata de casos aislados (sino se denominaría neotenia accidental) sino de neotenia obligatoria, pues se produce en todos los individuos de su especie.


In summa, digamos entonces que la neotenia es la “solución” que adoptan ciertos organismos para adaptarse a su medio ambiente y a las exigencias complejas que exige la competencia por la supervivencia. En el caso de los anfibios neoténicos, éstos mantienen aspectos de la fase larvaria durante la fase adulta de un animal. Asi, de alguna forma, el desarrollo de su organismo permanece retenido en sus etapas tempranas (no obstante ello hay que destacar que igual se reproducen, crecen, mueren, o sea, cumplen su ciclo vital solo que neotenicamente) para conservar en Sí Mismo una cierta “eterna”… inmadurez...? larvaridad..? juventud…?




4- Somos seres estructuralmente neotenicos?


Me pregunto a esta altura, y luego de estos pasadizos por los que me he tratado de asomar a la interdisciplinariedad de la embriología evolutiva, la biología, la etologia, la psicología, la literatura, la paleontología y demases “logias”:


-Se podria pensar que la neotenia seria como una estancia existencial y psicologica estructural en los humanos?

-Por mas que forcemos las creencias y los valores en direccion a “creernos” ridículamente que maduramos emocionalmente con el paso del tiempo, seria la neotenia un modo de denunciar la mentira funcional de la madurez frente a la realidad humana-animal que nos grita que seguimos siendo in-maduros?

-Si ciertas especies no sufren nunca una metamorfosis completa y permanecen siempre en un estado larvario más o menos profundo, no somos acaso los humanos seres que siempre conservamos –en nuestra espiral de avance en el tiempo vivido- ese core infantil bajo la informe configuración de recuerdos-vivencias-neurosis-inconciente-olores-traumas-pulsiones-deseos-sueños, etc.?

-Cabría llamar a este estado de persistencia de nuestros estados menos maduros, si es que estos fueran efectivamente neotenicos y estructurales, Pedomorfia?



Vuelvo al inicio de mi laberinto…


No puedo sostener mas que indigentes argumentos para sostener la “Verdad” de lo que se ha dado en llamar “Madurez”. Y todos esos pocos argumentos apestan a moral. Ergo, digo un rotundo “No” a la simulación y mascarada de una situación acabada (el valor y supuesta realidad del “Ser Maduro”) y digo a la vez un tentativo “Si” al paulatino armado de Sí mismo.


Sí mismo inacabado. Erratico. Interrogativo. Tan abierto…niño.
Ni camello cargando la pesadez impositiva de los valores morales.
Ni león heroico combatiendo soberbiamente las ataduras.
Niño.
Niñez interminable, punto de visibilidad en donde el individuo de "Las Tres Transformaciones" recupera vitalismo, serena irresponsabilidad, inocencia deviniente, pulso real de una vida que vibra en sus deseos.


Ser neotenico, ser de la niñez.



La filosofía y el tiempo reflexivo que esta ofrece, es una vía lenta pero real para desmenuzar este valor social falso que se ha otorgado a la madurez. Filosofar en pos de hallar otras respuestas que acompañen el crecimiento sin que estas decanten en la imposible realizacion del ideal moral madurativo. Sin complejos de Peter Pan, sin fijaciones en la fachada de una juventud que se desvanecera inexorablemente con el paso de los dias, sin adolescentizacion social, pero tambien sin el corset de madurar como un sujeto adaptado semimuerto en sus deseos.


Por el momento, como el personaje del cuento de "Final de Juego" de mi bienamado Cortazar, y en la quietud de mis ultimos dias de reposo, pienso sobre este asunto nada menor en ese apartado que tanto me convoca en mis dits et écrits que es la preocupacion ética por la Construccion de Si mismo.


Y dejo caer mis ojos contra la quietud de la mirada del Axolotl mientras el Axolotl lleva la redondez de sus propios ojos hacia miradas reciprocas llenas de nuevas preguntas.

En espejo, su neotenia contra el cristal de la mía.

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