Flâneur
Charles Baudelaire
Estar lejos del hogar y aun así sentirse en casa en
cualquier parte, contemplar el mundo, estar en el centro del mundo, y sin
embargo pasar desapercibido —tales son los pequeños placeres de estos espíritus
independientes, apasionados, incorruptibles, que la lengua apenas alcanza a
definir torpemente. El espectador es un príncipe que vaya donde vaya se
regocija en su anonimato. El amante de la vida hace del mundo entero su
familia, del mismo modo que el amante del bello sexo aumenta su familia con
todas las bellezas que alguna vez conoció, accesibles e inaccesibles, o como el
amante de imágenes vive en una sociedad mágica de sueños pintados sobre un
lienzo. Así, el amante de la vida universal penetra en la multitud como un
inmenso cúmulo de energía eléctrica. O podríamos verle como un espejo tan
grande como la propia multitud, un caleidoscopio dotado de conciencia, que en
cada uno de sus movimientos reproduce la multiplicidad de la vida, la gracia
intermitente de todos los fragmentos de la vida.
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