martes, 22 de enero de 2008

Cuando quieras quitarte el antifaz...


TABAQUERÍA



(Fragmentos del poema de Fernando Pessoa

del heterónimo “Alvaro de Campo”)







No soy nada.

Nunca seré nada.

No puedo querer ser nada.

Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo



(…)




Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad.

Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme

y no tuviese otra fraternidad con las cosas,

que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle

la fila de vagones de un tren, y una partida pintada

desde dentro de mi cabeza,

y una sacudida de mis nervios y un crugir de huesos a la ida.

Hoy estoy perplejo, como quien pensó y encontró y olvidó,
hoy estoy dividido entre la lealtad que debo
a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

Fallé en todo.
Como no tuve propósito alguno tal vez todo no fue nada
Lo que me enseñaron
lo eché por la ventana del traspatio.
Ayer fui al campo con grandes propósitos.
Encontré sólo hierbas y árboles
y la gente que había era igual a la otra.
Dejo la ventana y me siento en una silla. ¿En qué he de pensar?

¿Qué puedo saber de lo que seré, yo que no sé lo que soy?
¿ser lo que pienso? ¡Pienso ser tantas cosas!
¡Y hay tantos que piensan esas mismas cosas

que no podemos ser tantos!



(…)



(Come chocolates, muchacha,
¡Come chocolates!
Mira que no hay metafísica en el mundo como los chocolates
Mira que todas las religiones enseñan menos que la confitería
¡Si yo pudiese comer chocolates con la misma verdad

con que tú los comes
Pero yo pienso y al arrancar el papel de plata, que es de estaño

lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.)



(…)



¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas-,

y quién sabe si realizables,

no verán nunca

la luz del sol verdadero

ni encontrarán quien les preste oídos?

El mundo es para quien nace para conquistarlo

y no para quien sueña que puede conquistarlo,

aunque tenga razón.



(…)



Cuando quise quitarme el antifaz

lo tenia pegado a la cara.

Cuando me lo quité y me miré en el espejo,

ya había envejecido.

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