domingo, 26 de junio de 2011

Las imposiciones del poder




"El Estado narra, cuando se ejerce el poder político
se está siempre imponiendo una manera de contar la realidad".


Ricardo Piglia
En "Crítica y ficción"
Ed. Anagrama, 2001



Interesante idea la que aquí se nos presenta casi, como una bofetada de sentido ( y aclaro, ya que estamos, que no me gusta para nada de nada Piglia, pero la frase valía este post en el día de la fecha).

Quiere decir esto que es impensable una forma de Estado (y de poder) que sea veritativa, o sea, que ajuste su narrativa a lo real?
Quiere esto decir que todas las formas de Estado (represivos, democráticos, monárquicos, totalitarios, y/o etcetc.) siempre escogen selectivamente qué decir, cómo decir, cuándo decir a fin de legitimar su autoperpetuidad? No se asemeja eso más a una forma de marketing que de gobernabilidad? No vuelve esto a los votantes una especie de consumidores que "eligen" del menú de opciones interpretativas de la realidad que ofrecen las cocinas partidarias?

Elegimos realmente, o cuando votamos apenas estamos optando entre uno u otro recorte de la realidad que mejor calce con nuestra propia necesidad de "consumo" cívico? Nos hemos vuelto cada vez más consumidores irreflexivos y menos ciudadanos lúcidos?

Tenemos real capacidad cívica para debatir seria y profundamente estas implicancias de la política como máquina de producir realidades vendibles en ese producto final que es una boleta electoral?

Queremos en serio debatir honestamente sobre esta voracidad de los políticos, sobre la deshonestidad de las creencias que relatan, sobre la incoherencia entre sus imágenes, sus vidas y sus acciones, sobre el estatismo como peligrosa religión secular... o preferimos encender la TV y hundir el trasero en algún sillón a hacer zapping con el control remoto a ver si de la pantalla emana la cura para nuestro hastío?   

Finalmente, un último punto clave que se destaca en esta frase del poco recomendable Piglia: el problema de la imposición.

Pues no se trata sólo de narrativas del poder del Estado que se comportan discursivamente como si lo dicho formara parte de un  perverso juego retórico de "recorte y pegue". Se trata de dar un paso más e imponer ese recorte, hacer creer ese cuento que se cuenta sobre la realidad y que no es de ninguna manera la realidad misma. Esto sin ir más lejos todavía en el análisis y recordar que entonces muchos de los recursos de ese Estado (recursos que provienen de los aportes de todos/as los ciudadanos/as a los que se imponen pesadas cargas tributarias peores en proporción al diezmo feudal) terminarán destinados a variadas formas de propaganda -cuando no de directo robo por parte de los funcionarios corruptos- que legitimen esa interpretación de la realidad impuesta por ese gobierno. 

Supondrán los gobernantes -conocedores habilísimos de este mecanismo de selección-distorsión-imposición de la realidad- que sus gobernados son marionetas sin capacidad de razonamiento propio? No. Saben que hay quienes piensan críticamente y no comen de la porción de mierda que ellos han selecionado para alimentar las demandas de creencias de las sociedad que gobiernan. Pero saben que esos ciudadanos que no compran la fórmula del marketing político son poquitos, poquitísimos. Saben que los que impugan la religión estatista son más escasos aún. Pero mejor aún saben que cuentan con otros que dicen pensar también, pero a fuerza de sobornos (becas, publicaciones, conferencias bienpagas, subas en el escalafón académico, etc.) deciden acomodar el recorteypegue del discurso oficial y hallar caminos malabáricamente justificatorios para adherir a cierta forma de gobernabilidad injustificable. El resto, que es la mayoría, parece disfrutar de comer pescado podrido, o al menos parece no importarle nada demasiado en tanto y en cuanto puedan pagar su hipoteca o el crédito del plasma que lucen en el living de sus jaulitas de dos ambientes.... y aplauden y votan no sabiendo demasiado de la indigestión que se les viene.

Se puede "creer" que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno. Probablemente así sea si se la compara con las dictaduras militares. Pero el cáncer populista, la demagogia contravotos, las mayorías iracundas reclamando por cada necesidad un nuevo derecho han inflado siempre el globo de gas del Estado a través de legitimos mecanismos democráticos. Y éste ha explotado en sus caras más de una vez en la historia con nefastas y trágicas consecuencias. No se trata entonces de lo imperfecta, insuficiente y descaradamente falsa en innúmeros aspectos que es la democracia sino de develar su preocupante carácter actual de ídolo intocable. Aún así, se me dirá que es preferible a una tiranía destructiva... pero no es ella misma una gran facilitadora de tiranías destructivas? 

Pienso en esta frase bajo la que surgieron estas reflexiones en voz alta.
La mastico por un rato. Me la quedo para futuras exploraciones.

Hay que olvidar al Estado.
Hay que desidolatrar la democracia.
Hay que refundar la sociedad más allá de la tácita estafa del contrato social que no he firmado jamás.
 
Luego, siento que deseo seguir siendo definitivamente una anarquista irredenta...

        



________________







No hay comentarios: