Cementerio, lugar donde duermen los muertos
“Aquí yace quien os aguarda.”
(Epitafio en la tumba de Aristipo)
Convenientemente los griegos llamaban al lugar donde daban sepultura a sus muertos “cementerio”, palabra que literalmente podía traducirse en aquellos tiempos como “lugar donde duermen los muertos”.
La palabra original griega es la conjunción de “koimao” (estar acostado, echarse en un lecho), “koimo” (dormir) y “terion” (sufijo de lugar). De allí mismo deriva el vocablo latino “coemeterium”, siendo la epéntesis de la -n- (cementerio/coemeterium) lo que está indicando una contaminación por influencia del sustantivo "caementum" (mezcla de arcilla y elementos calcáreos, cemento) aludiendo con ello al material con que se construían los nichos funerarios.
Los muertos parecen dormidos.
La muerte, un infinito sueño que sólo habitamos cesando de ser.
Al noroeste de la antigua Acrópolis ateniense se hallaba el más famoso de los cementerios griegos. Emplazado en el área de Kerameikos (zona de los talleres de alfareros y ceramistas) el nombre del cementerio hace honor -según menciona Pausanías- a “Céramos” (o “Kéramos”), quien fuera el hijo de Dionisos y Ariadna.
Llamativa cuestión ésta, pues el sitio que ha sido designado como morada última de afamados griegos y ciudadanos de aquel tiempo fue llamado como aquel quien fuera fruto de la unión entre la mortal reina de los laberintos y el inmortal dios de los desbordes y excesos.
La muerte, ese exceso último de vida que trágicamete nos mata, es la que nos abre la entrada al último mudo laberinto.
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